jueves, 10 de marzo de 2011

¿SOMOS COMO LOS NARANJOS?



Muchas veces oramos porque nos hemos acostumbrado a hacerlo y lo hacemos de manera rutinaria. Pero de vez en cuando conviene revisar nuestras costumbres religiosas y renovar el espíritu. Pronto vamos a tener ejercicios espirituales. Es un buen momento para hacerlo.

Para ver cómo va nuestra vida religiosa os vamos a contar una pequeña “parábola” que hemos leído y nos puede hacer reflexionar:

La higuera da fruto dos veces al año. Los primeros no son muy sabrosos, los segundos, al final del verano, son los mejores. El trigo se recoge en su momento o nunca, mientras que los frutos se recogen cuando están maduros. Cada planta tiene el propio tiempo de maduración de su fruto: por ejemplo, todos los manzanos florecen en primavera, pero dan fruto en otoño. Sin embargo, el hombre no sabe cuándo llegará Dios, no conoce ni el día ni la hora de su venida (Mt 24,44). Por lo tanto, debemos estar siempre preparados. Algunos están ya maduros para el reino de Dios desde jóvenes, otros en edad adulta, otros en la vejez.

Pero nos gusta la forma de comportarse del naranjo. El naranjo mientras da fruto ya comienza a florecer de nuevo, se prepara para el futuro, para que sea útil y fructífero.

Sería bonito que hiciéramos lo mismo, que aunque estemos intentando dar fruto con nuestra vida ahora, ya estemos preparando la forma de dar fruto cuando seamos más mayores.

1 comentario:

  1. Me gusta la comparación con los naranjos. Confío en las personas. Podemos estar dando fruto de continuo.

    ResponderEliminar