sábado, 19 de marzo de 2011

LOS HOMBRES TIENEN NECESIDAD DE DIOS

Hoy, 19 de marzo, día de San José, celebramos el Día del Seminario. Este blog se une a esta festividad y eleva su oración por los seminaristas y por los sacerdotes, porque hoy siguen siendo necesarios para anunciar a Dios y hacerle más cercano.

Tomado de la Conferencia Episcopal reproducimos las BIENAVENTURANZAS DEL SEMINARISTA y os invitamos a que en las oraciones personales, conyugales y familiarias tengáis presentes  a estos hombres dedicados especialmente a Dios 

BIENAVENTURANZAS DEL SEMINARISTA

Feliz el seminarista que…

• Camina hacia el ministerio sacerdotal a pesar de las objeciones del ambiente, porque sabe que los hombres siguen tiendo necesidad de Dios hoy, mañana y siempre.

• Ha descubierto que Dios está vivo y que necesita de hombres que vivan para Él y que lo lleven a los demás.

• Ha descubierto que no se llega a ser sacerdote solo sino en una comunidad de discípulos.

• Pone en el centro de su vida la relación personal con Dios en Jesucristo para llegar a ser mensajero de Dios entre los hombres.

• Aprende a vivir en contacto permanente con Dios, como punto de referencia que le hace descubrir tanto los errores como todo lo hermoso y bueno que hay en su vida.

• Sabe celebrar la Eucaristía con participación interior para encontrarse a Cristo en persona.

• Aprende a conocer, entender y amar la liturgia de la Iglesia como un gran coro de oración con los fieles de todos los tiempos.

• Vive el sacramento de la Penitencia con una conciencia agradecida de que Dios siempre está dispuesto al perdón, sin ser escrupuloso pero luchando por la santidad y la santificación.

• Reconociendo su miseria, llega a ser más tolerante y comprensivo con las debilidades del prójimo.

• Sabe apreciar una piedad popular purificada y centrada en lo esencial que le permite integrase con el Pueblo de Dios.

• Estudia con tesón y aprovecha los años de estudio para conocer y comprender la estructura interna de la fe.

• Va consiguiendo un equilibrio justo entre corazón y mente, razón y sentimiento, cuerpo y alma, para llegar a ser humanamente íntegro.

• Camina vigilante y atento en un proceso de discernimiento para vivir una humanidad auténtica, pura y madura en la vida celibataria.

• Sabe vivir su propia espiritualidad particular en el conjunto de las diversas formas de espiritualidad suscitadas como dones del Espíritu a la Iglesia.

Vive su etapa en el seminario como un periodo en el que aprende con los otros y de los otros.


• Asimila la generosidad y la tolerancia para hacer posible el enriquecimiento mutuo en la vida comunitaria.

 

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