(Finalizado el tiempo de adviento, Huellas continúa haciéndose eco de unas reflexiones de Concha y animándonos al compromiso, especialmente, en este tiempo de Navidad)
Cuando Jesús vino al mundo muchas cosas del Antiguo Testamento cambiaron. Jesús es un laico y a la vez aparece como el único sacerdote. El sacrificio que ofrece es su propia vida, no como los sacerdotes del A. Testamento que ofrecían animales, riquezas… Esto con Jesús ya no vale.
Ha cambiado el sentido de sacrificio, pasa de lo ritual a una determinada manera de vivir lo existencial, ofrece su propia existencia. Y nos pide a nosotros hacer lo mismo: hacer el bien y hacer comunidad. (Heb 13,16).
O sea nuestra misión es sacerdotal porque nos unimos al sacerdocio de Cristo. Por eso en la I Pe. 2,9 se nos dice:”Vosotros sois linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido para anunciar las alabanzas de Aquél que os ha llamado”.
Y en la misma carta 2,5: “También vosotros cual piedras vivas entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptos a Dios por mediación de Jesucristo”
“Según estos textos aparece con toda claridad cómo todos los cristianos, por nuestra incorporación a Cristo por el Bautismo participamos de su triple misión: profética- sacerdotal y real. Toda la comunidad cristiana es sacerdotal”.
La heredera del sacerdocio de Cristo es la comunidad, algo olvidado en los últimos siglos.
“El Concilio Vaticano II consciente de esta situación intenta resituar al laico en la Iglesia y retomar este carácter sacerdotal, pero después de 45 años hay que decir que la situación no ha cambiado demasiado y que por lo tanto todos tenemos que tomar conciencia de ello para ir dando pasos”.
Todos pues tenemos que trabajar en este sentido. Dejemos de ser como niños a los que los sacerdotes deben dirigir y orientar y trabajemos por ser adultos formados y comprometidos en la evangelización del mundo. Aunque posiblemente esto comience por nuestra propia reevangelización.
Ánimo amigos.
Huellas
Partcipamos del sacerdocio de Cristo...somos pues SERVIDORES. Al ejemplo del mismo Jesús quien tanto evocamos en estos días de Navidad. Así, sirviendo, esto es, amando, haremos verdad la Navidad.
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