jueves, 20 de enero de 2011

¿ESTAMOS CIEGOS?

Dos visitantes van a una exposición. Se paran ante el mismos cuadro:

El 1º está disgustado porque no entiende nada y le parece una vergüenza, siente que le toman el pelo. No merece la pena estar perdiendo el tiempo ante este cuadro.

El 2º piensa absorto. ¡Qué pena que no consiga entenderlo!. Este cuadro lo ha debido hacer un gran artista, pero yo no lo entiendo. Quizá antes o después se me revele su sentido.

Son dos tipos de ciegos. Ninguno de los dos ve, pero mientras uno llega a la conclusión de que no existe nada que merezca la pena ser visto, el otro sufre por su ceguera y quisiera que sus ojos se abrieran.

En la vida religiosa sucede lo mismo. Hay misterios que sólo Dios revela. Con nuestras fuerzas no conseguimos verlos, somos ciegos. Junto a nosotros viven los creyentes, a los que estos misterios dan el sentido de la vida. Son, en cierto modo, los videntes. Los primeros, los no videntes, consideran ingenuos a los videntes y los envidian porque no logran entender de dónde viene su gozo y su facilidad para ver, pero con la gracia de Dios sus ojos también se abrirán y verán la belleza del mundo desconocido.

AL CRISTO ABSTRACTO

Te taparon los ojos

y se fueron.

Te dejaron crucificado.

Te dejaron pintado

sin carne, sin velos, sin alma

en arte abstracto.

No te veo.

A Ti

que eres lo más concreto,

aunque necesite encontrarte

en el arte de los velos.

Te dejaron pintado sin arte,

sin pintarte,

porque no te vieron.

Quiero mirarte,

grabar a fuego

tu cuerpo, de ojos lleno,

en mi carne.

Y no olvidarte.

Mírame, te lo ruego,

no te olvides de mis ojos

ni un instante.

Y no dejarme

cuando abandone estos velos.

Que yo dejar de mirarte no puedo,

que Tú mis ojos pintaste.

(J. Martínez García)

Ojala nuestros ojos no se cierren a entender, a ver a Dios entre lo abstracto de la vida.

Huellas

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