domingo, 26 de junio de 2011

SI NO COMES TE MUERES

Vidriera en el cenáculo de Jerusalén


Hoy celebramos la festividad del Corpus Cristi con el que la Iglesia revive el misterio del Jueves Santo a la luz de la Resurrección.

El Evangelio, Juan 6, 51-58, concluye con estas palabras de Jesús:

“Entonces Jesús les dijo:

- Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que come vivirá por mí.

Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el que vuestros padres, que lo comieron y murieron: el que come este pan vivirá para siempre.”

No necesita muchas explicaciones. “Si no comes te mueres”, esto es una realidad innegable. Una persona que no se alimenta, muere. La persona no necesita solamente el alimento corporal sino también el alimento del alma. Sólo así será completa. Ese alimento del alma es el cuerpo de Cristo. Es la plena participación en la eucaristía.

De esta manera la misa es la oración completa, el alimento imprescindible para seguir viviendo, la comida que hace entera a la persona.

Si hiciésemos un recorrido por los grandes santos, todos ellos han encontrado en la eucaristía el momento pleno de sus vidas. Se cuenta que San Pío de Pietrelcina –el santo capuchino de las llagas- estaba más de media hora con la forma levantada en el momento de la consagración; era tal la intensidad con que vivía ese momento, que lo extendía como si no quisiera que finalizase.

Hoy cuando vayamos a misa pongamos especial atención en el Cuerpo de Cristo que se nos ofrece para ser personas completas.

Entendido así hoy tiene todo el sentido que sea el DÍA DE LA CARIDAD porque de todas las virtudes EL AMOR ES EL MÁS GRANDE. Como la EUCARISTÍA, LO MÁS GRANDE.

Y, a partir de aquí, como señaló el jueves, en la eucaristía del Corpus en la Catedral de San Juan de Letrán, el Papa Benedicto XVI,  la Eucaristía es el camino y la fuerza imprescindible para transformar el mundo desde sus cimientos. De esa forma la Eucaristía se convierte en la base de la presencia social de la Iglesia: "quien reconoce a Jesús en la Hostia santa, lo reconoce en el hermano que sufre, que tiene hambre, que tiene sed, que es forastero, desnudo, enfermo, carcelado; y está atento a cada persona, se empeña, de modo concreto, por todos aquellos que están en necesidad", aseguró el Santo Padre.








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