Se dice que es el lugar de la Ascensión, en Jerusalén |
Este Domingo celebramos la festividad de la Ascensión de Jesús a los cielos. De la Palabra de Dios recogemos estos dos fragmentos:
Del Evangelio de Mateo:
“Dios me ha dado la autoridad plena sobre cielo y tierra. Poneos, pues, en camino, haced discípulos a todos los pueblos y bautizadlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin de este mundo”.
De los Hechos de los Apósteles:
“Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo, volverá como le habéis visto marcharse."
No nos extraña que los discípulos de Jesús quedasen inmóviles, como plantados en la tierra. El Maestro se iba definitivamente. Iba a dar paso al Espíritu Santo. Otro aldabonazo más en la fe. Si no entendían eso de la muerte y resurrección, ahora tenían que añadir que Jesús ascendía a Dios Padre y que quien se quedaba era el Espíritu.
Ufff, ¡cuánto misterio!
Y por vueltas que le demos seguirá siendo un misterio. Dios no nos ha dado la capacidad para entender todo esto con la razón. Pero el hombre es más que razón. Tiene sentimientos. Y hay cosas que se entenden mejor con la inteligencia emocional. ¿Cómo explicar el beso de la madre? ¿Qué es un beso? ¿Para qué sirve? Y, sin embargo cuánto bien nos hace. Y es difícil explicarlo sólo con la inteligencia. Así es la fe. Todos la tenemos. Es un don de Dios. De nosotros depende vivirla y actualizarla. Es como el beso de la madre. Si eres insensible a él, si te da igual, si no sientes nada, es que has perdido tu plenitud, no eres un ser humano completo. Igual podemos decir de la fe. Una persona sin vivir su fe, sin tener en cuenta su transcendencia es una persona incompleta.
Pues para los creemos, para los que queremos actualizar y vivir la fe, ya es hora de “desplantarse” y ponerse manos a la obra. Hoy nos lo dice la Palabra. ¿Y eso qué es? Vivir el Evangelio. Amar. Y así daremos testimonio y haremos discípulos. Una tarea siempre actual y siempre inacabada. También en los Equipos.
Y para los que no creen -¿en el fonfo hay alguien?- también ellos necesitan vivir su transcendecia y ser personas honradas y desprendidas y generosas. También ellos necesitan amar. Solo así el ser humano se completa.
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