jueves, 9 de junio de 2011

¿NOS SALVA LA CRUZ?

Muchas veces nos hemos hecho esta pregunta. Dudar de ello nos puede parecer casi una herejía porque siempre hemos pensado que es la cruz la que nos salva. Nosotros no lo creemos así, no creemos en un Dios masoquista que envía a su Hijo al mundo para morir en una cruz.

No es la cruz la que salva, sino que la cruz es lo que debemos evitar para salvarnos y salvar a los demás. ¿Cómo va a querer Dios que expíe las culpas un inocente? No, a Jesús lo crucificamos nosotros día a día cada vez que el odio a los hermanos entra en nuestras vidas, pero eso es justamente lo que Dios no quiere que hagamos. El odio es el que nos mata.

Dios nos pide amar, no crucificar. Creemos que Jesús fue crucificado contra la voluntad de Dios. Dios quiere que vivamos y nos amemos.

La religión de Jesús es totalmente distinta. Es un Dios que quiere curar, no herir y que hace que salga el sol sobre buenos y malos. Y así fue como vivió Jesús y claro eso es algo “escandaloso” y por ello fue crucificado. Por eso al principio siempre era representado como un cordero, como un pez y un ancla, como el buen pastor. Hasta el siglo IV cuando comenzó a aparecer la cruz que era representada como un signo de Vida.

Hoy quizá seguimos entendiendo mal la idea de la cruz. Lo que salva no es el dolor sino el amor, aunque como en el caso de Jesús y tantos otros que han muerto “crucificados”, el amor les llevó a ello. Precisamente la bondad, el amor, la solidaridad, la cercanía, el desprendimiento, la defensa de los marginados, pobres… nos lleve a la cruz. Pero Jesús nos da vida a pesar de la cruz, aunque no sin la cruz.

La salvación consiste en curar heridas, no en abrir otras nuevas. En bajar a los crucificados de la cruz, desclavarlos. Ojala no volvamos a crucificar a nadie mas. Jesús ya murió por todos.

Huellas

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho esta reflexión y dos ideas sobre todo.
    1ª Dios no quiso la crucifixión de Jesús; la acogió, pero no la quiso; la aceptó, pero no la empujó o estimuló.
    2º La vida del creyente debe tener como objetivo descrucificar, desenclavar. Hay demasiadas venas abiertas, como para apostar por más sangre, más dolor.
    3ª La crucifixión de Jesús debería ser la última.

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  2. Esta reflexión me lleva a la existencia del mal. ¿Por qué la libertad desencadema el mal? Cuestión misteriosa.

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