EL MES DE LA VIRGEN
El mes de las flores
Estamos viviendo el misterio central de nuestra fe: la entrega de Jesús por cada uno de nosotros y su Resurrección. Y sólo podemos quedar admirados ante esa entrega total de Jesús a Dios y al ser humano. ¿Cómo vivió Jesús de esa manera y encima se sentía alegre cuando lo hacía?
Podemos pensar que es porque era Dios, pero también nos queda claro en el Evangelio que Jesús era totalmente un hombre. Y como hombre que era, fue educado por unos padres que también se dieron totalmente por los demás, así que podemos pensar que, como hombre, aprendió mucho en casa.
Jesús vivió dándose. Pero María y José también. Dieron su vida a Dios. María lo dejó muy claro cuando dijo: “Hágase tu voluntad”. Y se puso en las manos de Dios, se dio.
Cada una de sus palabras, de sus gestos, de sus opciones suponen una donación. Y por ello, el don y la gratuidad ocupan un lugar central en la experiencia de fe. Todo en la vida de los tres fue un don continuo, y si lo pensamos despacio casi todo en nuestra vida nos ha sido dado: la existencia, la libertad, la alegría y la tristeza…
En dar está la clave de la felicidad. Para ello hemos de aprender el perdón, olvidar la envidia, el querer dar lo que dan otros, porque cada uno sólo puede dar lo que tiene, lo que es… y cada cual somos distintos.
María nos enseñó a darnos y de ella debemos aprender. Este mes de mayo puede ser especial para pensar en ello. Porque para el don también necesitamos educarnos. ¿Qué mejor maestra que María? Señor, hágase en nosotros tu voluntad.
Huellas
Lo más grande se nos ha dado gratis. La vida. La fe. Los padres. La libertad. Todo eso, que es lo que nos hce personas, se nos ha dado gestis. Y sin embargo, después, en lo accesorio, somos tan cicateros: empler parte de nuestro tiempo a los demás, dar parte de neustro dinero, escuchar los problemas de otros...Y, sin emabrgo, lo esencial, Dios, nos lo ha dado gratis. Lo esencial no entra en el mercado. No se compra ni s evende.
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