El evangelio de este 5º domingo de cuaresma, Juan 14, 1-12, nos ha encantado. Comienza así:
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias, si no, os lo habría dicho, y me voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino”.
“Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto”.
Y acaba así:
"Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores. Porque yo me voy al Padre".
¿Qué nos sugiera a nosotros este evangelio?
Esperanza: donde está Jesús allí podemos estar también nosotros.
Totalidad: nadie está excluido de la casa de Jesús. Hay estancias para todos.
Certeza: Jesús es el camino, la verdad y la vida.
Sabiduría: conocer a Jesús es conocer a Dios.
Trabajo: el que cree en Jesús ha de hacer sus obras.
Confianza: Jesús cree en la personas.
Alegría: porque la vida es ilusión y buen humor.
Paz: porque todos contamos.
En fin, nos sugiere tantas cosas y todas buenas que solo podemos decir que “quien se encuentra con Jesús ha encontrado la razón de vivir”.
¿Significa esto que no vamos a tener problemas ni enfermedades ni tristezas ni disgustos y que se van a arreglar los males del mundo? ¡Todos! No, por supuesto. No somos “dioses”. Pero, los que nosotros podemos arreglar, los que dependen de cada uno de nosotros, estamos seguros, que, si creemos en Jesús, estarán en fase de solución.
¿No os parece que es suficiente?
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