MOMENTOS PARA HABLAR Y PARA EL SILENCIO

Estamos en plena decadencia, oímos decir a gentes de Iglesia, y no es tiempo de negarlo. Las iglesias se van vaciando, pero lo peor es que los propios cristianos estamos perdiendo la esperanza…

Por eso creemos que es necesario hablar. Pero diréis ¿de qué? ¿qué podemos decir? Necesitamos palabras nuevas, palabras que hablen de esperanza, palabras nuevas para tiempos nuevos.

Hablar supone mucha humildad, que nos hace preguntarnos por lo que sentimos en nuestro interior, palabras que nos pueden resultar arriesgadas porque nos pueden dar contestaciones que nos impliquen de forma directa en la vida diaria de cada uno.

Lo que no tiene futuro es el miedo porque supone que no tenemos esperanza en un Espíritu Santo que ha quedado entre nosotros para guiarnos. Lo antiguo no es malo, pero hay que volver a rehacerlo para que valga para el momento presente. Es como la ropa que tenemos de hace años, hay que rehacerla para que quepamos bien en ella y esté más de moda. No podemos seguir en el ayer, hemos de avanzar como la vida, como la primavera que hace crecer la vida con una maravilla de olores y colores.

Una vez oímos una frase que nos gustó: Caben todas las voces, también las aves cantan en diferentes tonos. Debemos aceptar todos los cantos y todos los tonos y todas las flores como en la primavera.

Sabemos que nuestras palabras son pobres para hablar de Dios, pero al menos que sean para construir no para destruir. Y si hemos de destruir algo que sean las condenas, prohibiciones, palabras que hieren y marginan. Construyamos un mundo nuevo donde sólo quepa el amor, un amor que es misericordia y compasión. Así son las palabras de Nuestro Padre-Madre del cielo.

Y cuando nos falte la palabra adecuada, quizá sea el momento del silencio, que nuestras palabras sean nuestra vida cercana y cariñosa con todos.

Huellas