martes, 29 de enero de 2013

CADA UNO ELIGE




Hay personas que se lamentan que el sol nunca entra en sus habitaciones y que éstas están oscuras, inhóspitas, solitarias. Hasta las plantas se encuentran extrañas en esos lugares y deciden morirse.

A mi me parecía imposible que ningún rayo de luz acariciase esas moradas. Un día me invitaron y pude comprobar, para mi sorpresa, que las persianas estaban siempre bajadas hasta abajo y que la luz amarilla procedía de unos fluorescentes lejanos y distantes.

Me contaron que los rayos del sol estropean los muebles y deterioran la pintura de las paredes, que las plantas roban oxígeno en los dormitorios y que es mejor así, vivir en la oscuridad a que la luz te ciegue y te haga perder la compostura, la seguridad.

En esas casas no ocurre nada, tan sólo las noticias que canta la televisión o que se escriben interesadamente en los diarios o los pequeños chismorreos en las escaleras con los vecinos. En esas personas todo es miedo, indecisión y rutina. ¡No vaya a ser que un viento huracanado entre en sus recintos y ponga toda su vida patas arriba!.

Salí de allí triste, apesadumbrado. Aquel lugar me pareció moribundo.

V.T.

2 comentarios:

  1. ¡Qué pena depersonas! Andan por la vida tristes, huraños, malhumorados, con la mirada... Me aparto de esa gente que come la vitalidad. Quiero que en mi vida entre el sol,caminar con la mirada limpia, ver por donde anda, llevar la sonrisa....tenemos motivos para ir en busca de la felicidad. IRIS

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  2. Un día me dijo un sacerdote que las manchas sólo se ven donde hay luz. Quizá algunas personas no quieran ver sus manchas y por eso andan a oscuras. Pero son ellas las que más necesitan de alguien que les abra la ventana y deje entrar la luz a raudales en sus casas. Debemos estar cerca de esas personas porque necesitan la luz y el calor de Dios que los creyentes debemos transmitir con nuestras vidas. Isabel y Mateo

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