Vivimos tiempos de crisis. Hablamos con personas que nos cuentan que tenían en el banco una cantidad de dinero que habían ido ahorrando para su vejez y que de repente sus ahorros se habían quedado en la mitad.
También en la Iglesia y en los equipos vivimos tiempos de crisis. Nosotros vamos a misa a la parroquia y hace unos años como no anduviéramos ágiles nos tocaba quedarnos de pie porque la iglesia estaba llena, y no es precisamente una iglesia pequeña. Ahora somos cada vez menos y los huecos van aumentando. Además somos cada vez más viejos.
Esto es una realidad que no podemos obviar. La crisis afecta a todos los ámbitos de la vida: economía, familia, equipos, Iglesia… Y lo que es peor empieza a haber una crisis de esperanza. Terminamos aceptando que las cosas son así y no hacemos nada para evitarlo. Es más, nos preguntamos, ¿y yo qué puedo hacer?
El mayor peligro es querer agarrarnos a las antiguas estructuras o formas de hacer las cosas porque es lo que conocemos, aunque en nuestro interior todos sospechamos que esas estructuras ya no valen. Algunos hasta se enfrentan con otros para defender cosas caducas, que valieron en otro tiempo, pero que hoy están totalmente desfasadas.
Nosotros queremos recordar que toda crisis es el inicio de una nueva etapa, mejor, más madura y que quizá el peligro sea no reconocerla. Es como la crisis de la adolescencia, el que no la pasa está condenado a ser un perpetuo adolescente.
En la Iglesia, en los equipos, necesitamos esperanza, renovación de formas que fueron buenas en otro tiempo y que hoy nos desbordan. Hoy hemos de dar primero contenidos, ver lo valores que están emergiendo y las formas se adecuarán a ellos. Empecemos a dar ideas. Quizá el encuentro de Brasil nos traiga algunas.
Huellas
Es evidente lo que dice Huellas. Son necesarios nuevos métodos, fórmulas nuevas, otras maneras de entender las cosas....Lo esencial es muy poco. Casi lo podemos reducir a Jesucristo, Él es la razón de ser de nuestra fe. Lo demás puede ser accesorio y hay que explicarlo y entenderlo teniendo en cuenta las nuevas circunstancias. Ocurre en los Equipos, ¿por qué no crecemos?, ¿qué teenmos que cambiar para que otros se unan? En ello tenemos que pensar. Solcuiones nuevas tenemos que aportar. Primer paso: meditar, rezar y desde ahí surgirán nuevas ideas. El Espíritu está con nosotros y sabrá iluminranos, especialmente en estos moemntos oscuros. IRIS
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