miércoles, 11 de marzo de 2015

DEJAD QUE ENTRE EL SEÑOR

Tener cuidado de las rentas ajenas me parece a mí que sería estar pensando en lo que los otros gozan. Sí, que por vuestro cuidado no muda el otro su pensamiento ni se le pone deseo de dar limosna. Dejad ese cuidado a quien los puede mover a todos, que es el Señor de las rentas y de los renteros. Por mandato suyo vinimos aquí. Son verdaderas sus palabras. No nos pueden faltar porque antes faltarán los cielos y la tierra. No faltemos nosotras, que no hayáis miedo de que nos falte él. Y, si alguna vez os faltare, será para mayor bien, como faltaba la vida a los santos cuando los mataban por el Señor y era para aumentarles la gloria por el martirio. Buen trueco sería acabar presto con todo y gozar de la hartura perdurable.

Tomado de Camino de Perfección, capítulo 2, párrafo 2.

José Luis y Sofía

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