Los planes de Dios resultan incomprensibles en nuestros cálculos. ¿Por qué una vida se trunca a la mitad? 45 años no parece que sea una vida total. Si a ello añadimos una esposa y dos hijas. ¿Cómo podemos entenderlo? Con nuestros criterios humanos es inalcanzable. De vez en cuando ocurre esto en alguien cercano o conocido y aparecen las preguntas. Y, desde, solo el entendimiento, no encontramos respuesta que nos convenza.
Es por ello necesario acudir a la introducción de más elementos. El primero, que somos personas limitadas y finitas. Que nuestra historia no está escrita para que, en todos los casos, vivamos una vida hasta la ancianidad. No es así. ¿Por qué? Sencillamente, no lo sabemos. Podríamos intentar respuestas, pero, creemos, que todas insatisfactorias. La muerte es un hecho evidente. Y la muerte de personas jóvenes, una realidad.
Quizás sea mejor, aceptar dicha realidad y darle sentido. Aunque solo sea porque no queda otro remedio. Cuando alguien muere, sobre todo si es cercano, es cuando mejor nos damos cuenta de la importancia de la fe. Podemos no saber explicar qué es la fe y porqué unos la tienen y otros, parece que no. Pero cuando toca cerca y crees en Dios y en Jesucristo, el dolor sigue siendo dolor y muy grande, pero está envuelto en esperanza. No es el final, la muerte. Es el encuentro definitivo con Dios. ¿Cómo? No lo sabemos. Pero, creyéndolo, nos basta. Basta con imaginarnos el mejor de los paraísos, el mejor de los momentos, la situación de plena felicidad. Eso es. Y basta.
Cuando te dicen que, después de bregar y fuerte contra la enfermedad, al final te entregas al regazo de Dios, es porque confías en su caricia. Si ese momento tan incierto y personal está acompañado de la mano de tu madre y de tu esposa, el camino pasa a ser como un ir hacia una “alfombra roja” en busca del óscar. Y ahí van llegando los mejores. Qué bonito encuentro. No sé explicarlo de otra manera. Para los que tienen fe, quizás lo comprendan y lo asuman. Para los que no tienen…no se qué pensarán.
La despedida de Javier fue, esencialmente, emotiva. La Iglesia a rebosar, las palabras de sus familiares y amigos, la homilía de Chusmi, la serenidad de quienes, valientemente, fueron capaces de articular palabras tan bonitas y sentimientos tan hondos quedarán en nuestros corazones. Mucho se dijo y todo bello. Me quedo con una frase: Javier has sido amor del puro.
Toñy y José Ramón, no sé si llegáis a entender los planes de Dios, pero que vuestro dolor se palie con la seguridad de que Javier sigue siendo amor puro, ahora, además, amor pleno, amor junto a Dios.
H Y MN
Yo me quedé con la frase: "jóvenes que estáis hoy aquí, coged la antorcha que él ha dejado". Todos debemos coger esa antorcha del amor, la alegría, la valentía... Que Dios lo haya acogido en su seno. Javier te queremos.
ResponderEliminarSuscribimos totalmente lo que decís de Javier. Como es natural nos ha tocado vivir día a día su enfermedad desde primera persona a través de Toñi y Luque y como hemos tenido la suerte de trabajar con él desde la Delegación sabíamos como era; pero lo que más nos ha sorprendido en la gran fe que Javier tenía, la alegría contagiosa que emanaba de su ser, el espíritu de trabajo que nunca le cansaba. Aún recordamos con mucho cariño la reunión que tuvimos para preparar los cursillos prematrimoniales de este curso y él, aunque ya estaba muy malito, no dudó en acudir y estar hasta el final a altas horas de la noche.
ResponderEliminarEstamos seguros que Dios le estaba esperando con los brazos abiertos para que le arregle alguna cosilla de allá arriba. Descansa ya en paz Javier y que sepas que aquí has dejado un hueco que será muy difícil de cubrir