sábado, 5 de diciembre de 2015

LA FE DEL HOMBRE NUEVO



El futuro tal vez…
            ¡Pues apostemos!
Cerremos tantos libros de historias macilentos.
Cerremos nuestros ojos cansados de este mundo.
Miremos el futuro:
el futuro es el dios que apetecemos.
Tendremos un dios limpio, un dios perfecto y útil,
que vestirá a los lirios y nutrirá a los pájaros,
y al fin coronará al hombre nuevo
-un hombre como nadie ha visto nunca-
por único rey del universo.
Lo llamaremos después de mil maneras:
socialismo integral, sociohumanismo,
justicia libertaria… Ya veremos.

El futuro quizás. ¿Quién lo conoce?
Es un dios de sorpresas y de sueños,
de esperanza bendita y providente,
el padre dios que vela por nosotros
los hijos del afán y del empeño.
Cada uno lo adora en el santuario
más íntimo del ser. Todos los templos
del ancho mundo
están abiertos
a este dios creador, vivificante,
siempre nuevo.
Busquemos el futuro y descansemos
de tanta prisa insomne.

Busquemos el futuro y esperemos
-la fe encendida en el reino de este mundo-
al dios que se revela en la existencia,
al dios que se renueva cada día
en nuestra vida, siempre en puro estreno.
Que dios no es el pasado ni el presente
sino el voraz futuro que arrastra como un viento,
y que deslumbra
con la fuerza del relámpago y del trueno.
El futuro tal vez.
             ¡Pues apostemos!

Víctor Manuel Arbeloa.


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