martes, 26 de marzo de 2013

MARTES SANTO: EL DÍA DEL PERDÓN





No hay vida feliz sin perdón. Aprender a perdonar es aprender a ser feliz. Todos somos conscientes de nuestras limitaciones, de que, de vez en cuando, cometemos errores. Es connatural a nuestra condición de persona limitadas. Saber esto ya es saber bastante.

Es necesario darse cuenta de que, cuando fallamos, no perdemos nuestro valor como personas, seguimos siendo seres únicos, irrepetibles, valiosos y queridos. Aunque nuestras acciones dejen mucho que desear.

Pero, cuidado, es necesario conocer nuestros fallos porque solo así podremos superarlos. Los miembros de los Equipos tenemos en la regla de vida un medo idóneo para vencer y trabajar contra esos fallos. La persona sensata y sabia sabe reconocerlos y salir de ellos.

El camino para hacerlo es saber pedir perdón. Esto es un arte que se aprende. Requiere destreza, Comenzando por darse cuenta del error, dar un paso y decirle a aquel a quien le hayamos molestado: te pido perdón. Así de sencillo. Y así de difícil, muchas veces.

También hay que saber perdonar. Por fuerte que haya sido el daño, hay que saber perdonar. Como lo hizo el padre bueno en la parábola del hijo pródigo. Acogió, abrazó y dio una fiesta. Así tenemos que hacer nosotros: llegar a ser padres buenos y acogedores. Esta es la auténtica conversión.

Hoy, martes santo, que nuestra oración a Jesús sea para pedir perdón y pasa saber perdonar. Que nos ayude a saber mirar, saber acoger, saber abrazar, saber perdonar.

H y MN

No hay comentarios:

Publicar un comentario