lunes, 31 de mayo de 2010

JESUS GARCÍA RECIO, LEONÉS DEL AÑO: UN SABIO

Tomamos de La Cronica de Leon del sábado día 29 de mayo esta entrevista. Es larga, pero es profunda y pone de manifiesta que Jesús García Recio es un hombre profundo. No lo dudes. Entra en ella. Se hizo con motivo de la entrega del galardón de leonés del año.

"ENTREVISTA / Jesús García Recio / Experto mundial en Estudios Orientales y Semiología
“La ciudad es más propensa al escalafón; el pueblo, a la igualdad”

MAURICIO PEÑA

FULGENCIO FERNÁNDEZ
Aleje
Mientras estamos hablando suena el típico pitido del panadero. Jesús García Recio sonríe, tiene que salir a coger el pan. Está allí en su pueblo, en Aleje, donde él cree que una persona puede ser mucho más ‘completa’, puede trabajar y pensar, ora et labora.

Se encuentra usted en Aleje, su pueblo, al que seaferra y se niega a abandonar.
Esto es muy importante. Vivir en Aleje no es un sacrificio, es una opción. Para el estudio hay unas condiciones naturales y geográficas que hacen que se cultive de modo muy diverso, muy diferente, en una gran ciudad que en una pequeña localidad.

La creencia generalizada es que se cultivan mucho mejor en un lugar grande, en una gran ciudad.
No lo comparto. Es cierto que los centros de estudio están allí y tienen prestigio, allí vamos a formarnos, pero yo creo que el estudio se debe practicar en lugares pequeños, en pueblos de pocos vecinos, en lugares donde hay más silencio, más recogimiento, más posibilidades de adentrarse en uno mismo, lo que es muy propicio para la formación. Donde hay silencio hay más profundidad en la reflexión, no te distrae el trasiego, no hay acaloramientos, no hay murmullos que interrumpan la reflexión, no estás escuchando permanentemente distintas voces que te distraen. En el silencio el hombre se encuentra consigo mismo y logra el recogimiento, que es imposible en las ciudades. En ese ambiente la verdad aflora con mucha más facilidad.

Casi me está hablando de una vida monacal.
En algún aspecto sí, por ejemplo, en el de la sencillez. En la ciudad priman los escalafones, son evidentes, incluso en la forma de vestir. Allí la sencillez es muy difícil y el que está arriba, que ya de por sí tiende al orgullo, en la ciudad se ve muy subido. El que sabe en la ciudad se convierte en alguien con poder y es reconocido y entra en esa rueda del afán de la autosuficiencia, el orgullo, el engreimiento. Eso no existe en los lugares sencillos porque no hay un escalafón social claro, estamos todos bastante igualados, en lo económico y en lo social.

Si le escucharan podría acabar con la temida despoblación.
(Sonríe y no se atreve a decir lo de ‘‘pero no me escuchan’’). Pues aún hay más, hay otro aspecto fundamental de la vida en un pequeño pueblo. En ellos es posible compatibilizar el estudio y el trabajo, siempre que distingamos estas dos tareas. El trabajo, el ejercicio, el sudor, es posible en estos lugares donde todos podemos dedicar un rato a trabajar la tierra, a cortar unas zarzas, a limpiar un prado, podar un árbol, sembrar unos garbanzos y después puedes estudiar con una dimensión humana diferente, desde la altura, desde el pensamiento, desde la reflexión. El hombre rural es más completo, es el entero, puede ser todo. Eso en una ciudad es imposible, allí no hay tierras para sembrar, hay aceras. Y los jardines los arreglan los jardineros, nunca los vecinos.

¿Son los pueblos monasterios?
Son lo más cercano. Los estudios están encajonados en instituciones urbanas pero en cuanto se le deja un respiro y se le da posibilidad de hacerlo en otros lugares evidentemente mejora, eso está comprobado. Ésa es la razón por la que el IBO apuesta por una sede en Cistierna, por una cercanía con los pueblos.

Una realidad que García Recio conoce desde niño pues usted con solo 7 años ya se sintió fascinado por las historias de la Biblia, a los 10 estudiaba hebreo y a los 14 sumerio, acadio y arameo... Todo ello en su pueblo.
Es cierto. Yo aprendí, como todos los niños de los pueblos, estudiando en la cocina de nuestra casa. Y allí estudias al lado de los pucheros, del fuego, del lugar donde se come y se dialoga después. Conoces el estudio y el trabajo, insertas el estudio en el ritmo de la vida. Eso es una enseñanza grandiosa, ejemplar para los tiempos modernos.

Una filosofía de vida que también justifica que algo tan universal como el IBO esté en un pequeño rincón del Noroeste.
Claro. Y avalado por la historia pues este pequeño rincón tiene una gran tradición orientalista, ha sido la cuna de grandes nombres. Aquí estamos protegidos por la distancia de ciertas manipulaciones que siempre existen en los llamados núcleos de poder.

Hablaba de la tradición orientalista del Noroeste, de León, de grandes nombres.
Grandísimos. Se habla mucho de la presencia de fenicios en Andalucía pero se olvidan los fuertes lazos del norte español con Oriente. Olvidamos de manera injusta que quien abrió el camino a los viajeros hacia tierras bíblicas fue una paisana nuestra llamada Egeria, probablemente familiar del césar Teodosio. Ella viajó sola hacia Oriente en el siglo IV y nos contó los descubrimientos de su viaje en una obra fundamental, ‘El Itinerario de Egeria’. En los siglos V y VI nos encontramos con Toribio de Liébana y con Moisés de León, quien compila el Zohar, una de las grandes obras de espiritualidad judía. Tenemos asimismo a Ciprianode la Huerga, que fue profesor de Benito Arias Montano, el orientalista más importante de España hasta el punto que Felipe II encarga la Biblioteca del Escorial. A nuestra tierra llegaron incluso versiones de la primera traducción de la Biblia al latín, la Vetus Latina.Sin olvidar a Santo Martino, Ramiro Fernández Valbuena... No sería falso decir que el IBO está en León por una deuda histórica con el noroeste.

Volvamos al comienzo, a la noticia, hoy recibe el premio Leonés del Año. Conociendo su afición a no figurar, su discreción, podríamos pensar que incluso le causa cierta desazón.
Sería así si el galardón fuera para mí pues es cierto que las gentes de los pueblos somos más bien dados a la sencillez, al apartamiento, pero entiendo que vivimos en sociedad y algo que yo dirijo, el Instituto Bíblico y Oriental(IBO), es a quien le han dado este reconocimiento que es tanto como premiar a la Biblia y al Oriente, que ellos sí merecen este galardón. Si es por su bien, bien recibido sea, y, por supuesto, muy agradecidos.

Por suerte han cambiado mucho las cosas. Hoy recibe un galardón y no hace muchos años que tuvo que ir a recoger los fondos que había cedido a la Universidad de León porque estaban tirados en un sótano lleno de humedad.
Así es la vida, pero al final la realidad incuestionable es que esta obra, la Biblia y el Oriente, tienen consistencia, es apreciada por la sociedad y la reconoce. Los padecimientos son inherentes a la vida de cualquier criatura, antes fue un disgusto hoy esbozamos una pequeña sonrisa al ser acogidos a una sociedad a la que nos hemos propuesto servir para tratar de hacer mejor a sus personas.

Se habla mucho en la actualidad del enfrentamiento entre Oriente y Occidente, de la distancia entre estas civilizaciones. ¿Cómo lo ve usted que ha estudiado en profundidad estas culturas?
Pues que niego la mayor. No hay enfrentamiento entre Oriente al que nosotros nos referimos, no el Extremo Oriente; es decir, la zona de Egipto, Jordania, Israel, Líbano, Siria, Irán, Irak, Turquía... Los políticos, los medios de comunicación hablan de Oriente y Occidente con una cortedad de miras preocupante y con gran ignorancia histórica. Confundimos el Oriente con lo musulmán, que es un fenómeno recientísimo. El Oriente no es el Islam. En el Oriente del tercer, cuarto o quinto milenio antes de Jesucristo están los elementos civilizadores más antiguos. Ahí es donde se juega todo, donde nace la civilización, de ahí resulta todo. Es un engaño enfrentar Oriente y Occidente porque una continuidad. Lo que llamamos Occidente no es más que la herencia de la cultura mesopotámica y egipcia y llevamos ya 4000 años dando sensatez a estas civilizaciones lo que demuestra su utilidad. Por ejemplo, los chinos no renuncian a los inventos de occidente, un ordenador por ejemplo, pues es bueno para él. Debemos seguir ‘al sol’, caminar hacia la unidad.

Tal y como cuenta usted las cosas todo parece más sencillo, más lógico y, sin embargo, tan irreal.
Yo no cuento mi historia, cuento la historia de las civilizaciones. La cuna estuvo allí, en la cultura mesopotámica y egipcia, una matriz que se expandió a través del helenismo y la civilización helénica, Grecia. Aquel niño crece y se hace adulto, es Roma, que configura el Mediterráneo y saca adelante una persona hecha y dereha, que es Europa, un continente que expande su civilización y modo de vida a través de los colonizadores. Así llegamos al mundo moderno y no podemos decir que hay dos niños, dos criaturas, Oriente y Occidente. Es una sola criatura, que nace y crece. Si esto lo sigues a través de la Biblia se ve muy claro, diáfano, es un continuo, un proceso de engrandecimiento del ser humano.

Citaba la Biblia ¿Qué ha supuesto en todo este proceso?
Es el cordón umbilical de todo ello, el nexo de unión. A todos nos une a nuestra matriz, que es el Oriente, no solamente con la narración, también con personas que representan a ambas entidades culturales. De un lado tenemos a Abraham, el representante de toda Mesopotamia, y a Moisés, el de Egipto. La Biblia es el resumen de las dos culturas, del saber.La tercera cuestión es la relación del hombre con el absoluto, lo que llamamos Dios. Son cuestiones que siempre acompañarán al hombre y que trasmite la Biblia a través del cristianismo y del judaísmo.

Hoy recibe el galardón de Leonés del Año ¿Qué le hace más ilusión recoger este premio o ver a una abuela Aleje o Lois con su nieto estudiando cultura clásica en las aulas del IBO?
A bote pronto te apetece decir que lo segundo, pero son sensaciones que nada tienen que ver, por suerte compatibles una con otra. Uno es un reconocimiento social y el otro es un sentimiento íntimo, casi espiritual. Está claro que es más importante que una mujer de la montaña pueda hoy sábado leer unas líneas de hebreo o descifrar unas cuñas de escritura cuneiforme o que un niño lea un pasaje pequeñito en latín o griego. Esto es lo más valioso, lo más importante, pero también hay que ver el acto social de hoy, la comida del Leonés del Año, con otra mirada. No estaré allí solamente por razones sociales o por cumplir con el rito del premio, voy a estar allí sentado porque quien nos congrega es la Biblia y es el Oriente. Ellos son los anfitriones, los que nos congregan para hablar en torno a la mesa sobre nuestra cultura, y lo haremos con unas formas, con un protocolo, que también hemos heredado de Oriente y lo hemos ido acomodando a nuestra civilización.

Le dejo, don Jesús, que ya pita el panadero.
Es cierto, ya llega, habrá que salir a coger el pan y charlar un rato con las vecinas.

Le hablarán del premio.
Si no hay más remedio.

¿Sabe que están muy orgullosas de usted y le llaman el sabio?
Sabias son ellas."

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