lunes, 1 de abril de 2013

¡¡CÓMO HE APRENDIDO DEL DOLOR!!


Te escribo, ahora que estás lejos y lograste espantar los fantasmas de tu alma, para darte las gracias. Cuando el dolor te engullía por dentro y te encontrabas en un tunel negro y sin horizonte, yo decidí estar a tu lado. Fue una decisión personal, querida, deseada, en algunos momentos también dolorosa.

Quise estar contigo porque sabía que la vida te había golpeado con fuerza y que no veías sentido a seguir viviendo.

Recuerdo aquellos ratos jugando a la brisca o aquellas tardes largas y oscuras repasando las fotografías de tu albún familiar.

Junto a ti te escucché gritar hasta cien veces su nombre, su amor ahora lejano e insisible. Te vi maldecir tu mala suerte y tantas cosas sin vivir que os quedaron a los dos. Te escuché que las noches se te hacían insoportables y que no véías otra salida que...., y que tenías frío, mucho frío.

Aprendí de ti. Aprendí que el dolor que no se saca hace daño. Que el duelo que no se elabora nos queda y nos diseca en el instante en que dijimos adios sin querer decir adios. Aprendí a hablar con los que se fueron a no sé dónde. Aprendí a ser humana, inmensamente humana. Por eso, te doy las gracias. ¡Cómo me has ayuadado!  ¡CUANTO ME HAS DADO!.

Cómo me gustaba ir contigo a la habitación que daba a la calle para que esuchases el bullicio de la gente y vieras con tus ojos que fuera había luz, luz..., una luz que te estaba esperando a ti.

Tu dolor, amiga, me ha hecho bien a mi. He aprendido. GRACIAS

1 comentario:

  1. El dolor enseñana, las dificultades forjan la personalidad, la vida no es un continuo camino de rosas... admitir esto y aceptarlo es ya mucho para superar dolor y dificultades. Ruth

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