sábado, 29 de diciembre de 2012

GENTE ADMIRABLE EN NUESTRAS CALLES


Prematura muerte del ‘misionero civil’ del cine leonés

Hoy este blog se hace eco de la vida y de la muerte de un hombre de bien: leonés, director de cine y voluntario en Madagascar.

Fallece a los 45 años Manolo González, el creador del multipremiado ‘Manolo recicla’ y afincado ahora en Madagascar

Hay tipos con los que tienes que tratar en un trabajo como el periodístico que pronto te das cuenta que merecen mucho la pena. En lo artístico... y en lo humano, sobre todo en lo humanos. Como Manolo González.

Hay tipos, como el cineasta Manolo González, que un día se embarcan en un proyecto en Magadascar, seguir la huella para un documental de dos paisanos suyos (de Laguna de Negrillos), misioneros en aquel país, y acaba atrapado en aquella tierra, no regresa, porque aunque realiza el documental —‘Misión Malgache’— no puede vivir ajeno a la realidad de aquel país, una tierra en la que le llamó la atención la cantidad de niños que había y las terribles necesidades que tenían. Y se embarca en el sueño de construir comedores para ellos, pero con escuelas y con el nexo del deporte como vehículo canalizador de todo. “He pensado en el fútbol, que es universal, pero también en otros deportes, hasta la lucha leonesa, para no olvidarme de mi tierra”.

¿Y cómo financiaría todo aquello? Pues con sus sueños de hombre bueno, de misionero civil, y creó una ONG y le ofreció a la televisión del país una programa de humor ‘a la española’. “Habrá gags y reivindicaré a nuestros clásicos del humor, desde el más grande, Gila, a lo que se hace ahora”.

En Madagascar tienen otros ritmos, todo va muy lento, se desesperaba, se quedaba sin dinero para seguir adelante, tenía que ‘convencer’ a algún funcionario... y todo lo contaba con humor, como si ya fuera el programa, siempre veía la cara positiva. En una ocasión que ya estaba bastante agobiado recibió la ayuda de los niños del Colegio Público de Villamanín que habían dedicado su ‘jornada solidaria’ a su proyecto de escuelas para niños pobres en Madagascar. Su respuesta fue un canto a la vida y al humor. “Ya lo decía Gila, nos han matado al hijo pero lo que nos hemos reído”, era su frase para los malos tiempos.

Un canto a la vida. Y ayer nos sorprende su muerte. Cruel, cabrona, injusta como pocas. No son solo los 45 años que tenía, es que ¿cómo se le puede cortar la vida a un tipo así?, ¿qué justifica llevarse a alguien que aparca su carrera cinematográfica, con tintes de ser brillante, para montar comedores para pobres y canchas de deporte para niños?

Manolo González ya se había dado a conocer en el mundo del cine con un proyecto sorprendente por lo diferente, diferente por lo humano. Le llamó Manolo recicla y allí contaba la historia de un amigo suyo, un indigente muy particular, un sin techo asturiano en Madrid, Manolo, Manolo recicla porque se dedicaba a coger cartones y las sobras de la gran ciudad, era ‘el señor de los carros’.

Era otra historia más de un hombre normal abocado a una vida cruel pero era diferente, por eso logró infinidad de premios, muchos. ¿Por qué? Porque tenía alma, porque Manolo González vivió tres años y medio y con el protagonista, con aquel sin techo que llegó a esa condición después de ser un ciudadano con un buen trabajo, una familia... Porque Manolo González fue quien estaba al lado de la cama del indigente enfermo, porque este misionero civil de Laguna de Negrillos fue quien le cerró los ojos cuando todo se acabó. Y todo eso traspasaba la pantalla, Manolo recicla tenía vida.

A buen seguro que si Manolo González ha podido elegir dónde se va estará con Basilio Vallejo y Ángel Martínez (los misioneros de Laguna) y, por supuesto, su amigo Manolo recicla.

Aquellos éxitos y reconocimientos en muchos festivales (“otro premio para Manolo” decíamos en la redacción cada vez que llegaba un correo suyo, antes de abrirlo, y siempre acertábamos pues fueron decenas) le abrieron al cineasta leonés nuevas puertas. Incluso fue uno de los tres elegidos por la SGAE para un proyecto internacional, viajó a Hollywood y estuvo allí tres meses viendo cómo era la vida y el trabajo en la meca del cine, en el mito. Pero no era aquel su mundo, no regresó decepcionado pero él tenía otra forma de ver las cosas. “Aquello es muy bonito, es espectáculo, son focos, pero son como las casas de los multimillonarios, aquello no es la vida, aunque sí es el cine...”. Una paradoja de la que le resultaba difícil abstraerse.

Después llegó su primer largometraje de ficción, Propios y extraños, con actores conocidos como Jordi Vilches, Cuca Escribano o Elena Ballesteros y ahí confirmó que la vida no es el cine. En Málaga presentó la película, pero no era la película que él había hecho, no era el montaje que él quería presentar... pero el cine no es la vida.

Y la vida ha vuelto a ser cruel con él, la vida no le quiso reservar un final feliz para su película y con una injusticia incalificable le envió una de las más crueles enfermedades, un final fulminante, para que no pudiera hacer realidad sus sueños, que no eran otra cosa que comedores para pobres, patios para niños, juegos para desfavorecidos.

Adiós Manolo, dale recuerdos a nuestro Recicla.

F. Fernández / La Crónica de León día 28 de diciembre de 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario