Eduardo Lallana, en un curso de autoestima en Brasil |
Somos buscadores de felicidad. Sedientos, anhelantes de felicidad. Quizá sea el deseo más universal, presente en todas las culturas, filosofías y religiones. Buscamos la felicidad en las fiestas, en el dinero, en las drogas, en el amor, en las relaciones, en nuestra realización profesional. Estos primeros días del año es nuestro saludo: Feliz año.
El problemas radica en cómo entender la felicidad y dónde buscarla. Ahí vienen nuestras diferencias y a veces nuestras desorientaciones, locuras, frustraciones y decepciones.
Me ha llamado la atención una idea del teólogo José Arregui: "Es la felicidad lo que hace buenas a las personas...Es la bondad la que nos hace dichosos.." No hay felicidad sin bondad. No hay verdadera bondad si no nos hace felices.
El mejor elogio de una persona es decir de ella que es "buena gente", "buena persona". Pero distingamos entre bueno y tonto. Ser bueno no es dejar que te pisen, que te coman, que te invadan tus limites sin protestar por nada. Eso es ser débil, sumiso, no bueno. Y esas actitudes no nos hacen felices. Al contrario: te sientes mal cuando lo permites, no te realizas como persona, no te haces respetar, sientes que tu dignidad está siendo pisoteada, te genera frustración, desesperación, en el fondo rabia y agresividad contra ti mismo y contra quien se aprovecha de ti. Así ni eres feliz ni siembras felicidad a nuestro alrededor.
La verdadera bondad tiene que ver con tener paz interior, estar en armonía contigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con Dios, si eres creyente. Y desde ahí, procurar pasar por la vida sembrando esa paz, generando armonía, como se dijo del Nazareno: "pasó haciendo el bien". La bondad autentica podemos definirla hoy como solidaridad, lucha por la felicidad propia y ajena. Hoy la bondad es compromiso, militancia, entrega, solidaridad.
Ser felices sin ser buenos=solidarios, es egoísmo. Es la felicidad que nos vende el sistema neoliberal: procura tu propia felicidad, no te preocupes de la de los demás, (el mercado lo consigue?) sálvese el que pueda. Es una felicidad falsa, mercantilizada, insolidaria, interesada: no llena el corazón humano.
Ser buenos=solidarios sin ser felices, mal síntoma. Es una bondad impuesta por dogmas, no asumida interiormente, una bondad hipócrita, no sentida, hecha ley. No nos hace felices. A veces nos torna neuróticos. No hay felicidad sin bondad. Gran desafío.
Soria, enero 2012
Eduardo Lallana
Felicidad, bondad y solidaridad. Una combinación para vivir plenamente la vida. Esta y la siguiente. Preciosa reflexión de Edurado.
ResponderEliminar