Penuria (Foto Andy) |
El Evangelio de este domingo de Mateo 14, 13-21 nos trae el relato del milagro de la multiplicación de los panes y los peces. De él tomamos cuatro frases:
Una: Jesús se fue a un lugar tranquilo para estar a solas.
Dos: Cuando Jesús vio aquel gentío sintió compasión de ello y curó a los enfermos.
Tercera: Los discípulos le dijeron que despidiera a la gente porque era tarde y allí no había donde comer.
Cuarta: No necesitan marcharse, dalles vosotros de comer, dijo Jesús.
El evangelio siempre es rico y novedoso. También hoy lo es.
El evangelio no está escrito para otros. Es para ti y para mí. Es para nosotros.
Queremos destacar los dos comportamientos: el de sus discípulos –debe marchar la gente porque no hay para comer- y el de Jesús –dadles vosotros de comer-.
Podemos pensar que en el relato, como estaba Jesús, la cosa era más fácil. El sabrá cómo solucionarlo.
Pero ¿y ahora qué? ¿hoy qué?
Pues ahora lo mismo que entonces PORQUE JESÚS SIGUE ENTRE NOSOTROS.
El hambre material no es ajena a nosotros. No podemos pasar de ella. Seguramente entre nosotros o cerca de nosotros hay gente con necesidad. No podemos pasar de ellos. Es nuestro compromiso como cristianos admitir que les tenemos que dar de comer. No podemos pasar de largo.
También es nuestro deber como cristianos el hambre material de gentes que están lejos de nosotros y no tienen para comer. Estos días especialmente en Somalia. Recogemos la noticia de alfa y omega:
“ El Papa pide auxilio para Somalia
El Cuerno de África –Etiopía, Kenia, Somalia, Uganda y Yibuti– está sufriendo la peor sequía de los últimos 60 años, que en algunas regiones ha arrasado por completo la producción de cereales, privando a la población de su alimentación básica. La situación en Somalia es particularmente grave, ya que, además de la sequía –que ha provocado que Naciones Unidas declarase, hace una semana, el país como zona de hambruna–, en Mogadiscio se vive un conflicto entre las fuerzas del Gobierno y los rebeldes islamistas, lo que ha producido un éxodo masivo de somalíes a la vecina Kenia, donde el campo de refugiados de Dadaab recibe más de un millar de personas al día. El primero en dar la voz de alarma fue Benedicto XVI, quien durante el rezo del Ángelus, pidió, el pasado 17 de julio, «la movilización internacional para enviar inmediatamente auxilio a nuestros hermanos y hermanas que ya han sufrido tanto, entre quienes se encuentran tantos niños». El Consejo Pontificio Cor Unum ha enviado a este país, en nombre del Papa, 50.000 euros a Somalia.”
Pero para poder hacer esto tenemos que retirarnos a hacer oración y tenemos que ser misericordiosos. A ejemplo de lo que hizo Jesús en el relato evangélico. Y CONFIAR EN ÉL. Y ARRIMAR EL HOMBRO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario