El Reino de los Cielos está aquí como la belleza de estas rosas |
27 de julio.
Domingo XVII Tiempo Ordinario
Evangelio de Mateo
13, 44-52
En aquel tiempo,
dijo Jesús a la gente:
— El Reino de los
Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo
vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra
el campo.
El Reino de los
cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una
de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
Tres reflexiones
queremos compartir a la luz de este evangelio.
La primera, el Reino de los Cielos está ya en nosotros,
en este mundo. No es el Reino después de la muerte. No. Es el Reino de aquí y
de ahora.
La segunda, el Reino de
los Cielos es la comunidad de Jesús, la gente de Jesús, los que quieren vivir
como vivió Jesús. Por eso no se identifica con la fe ni con la Iglesia ni con
el cielo después de la muerte. Es un
estado de vivir como vivió Jesús. Desde el amor, que es pura donación.
La tercera, el Reino de los Cielos está abierto a
todos. El Reino de los Cielos está al alcance de todos porque todos somos hijos de Dios. Dios
ya nos ha elegido. Si somos capaces de descubrir ese “Reino” viviremos aquí, en
la tierra, el Reino de los Cielos. Para eso tenemos que sentir dentro de
nosotros al mismo Jesús, tenemos que rezar como lo hacía Jesús, tenemos que
identificarnos con el mismo Jesús. Cuando conseguimos esto, hemos conseguido la
felicidad, el estado de santidad. Los santos han sido conscientes de ello.
Conclusión:
no tiene sentido esperar a vivir el Reino de los Cielos después de la muerte
porque ya está aquí, en nosotros, entre nosotros.
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