Llevamos varios días en que el evangelio nos habla continuamente de este tema, de que hemos de estar vigilantes. Como el evangelio se escribió hace muchos cientos de años parece como si ya estuviéramos cansados de oírlo y no nos preocupamos de estar realmente vigilantes.
Algo entonces parece que no funciona bien. Porque la frase de estar vigilantes puede tener un doble sentido. Por una parte podemos entender que nuestra vida se puede ir en cualquier momento y hemos de estar preparados. Sólo por ello ya merece la pena estar preparados. Pero también podemos pensar en positivo. El Señor está al llegar y si no estamos preparados dejaremos que se vaya y no disfrutaremos de su presencia.
Todos sabemos la alegría que tenemos cuando esperamos a un ser querido. Nos arreglamos, preparamos la comida que le gusta, arreglamos la casa… en definitiva estamos expectantes ante su llegada. Pero ¿qué pasa si no estamos atentos? Pues, en definitiva, estamos dando a entender que no nos importa la persona que viene.
Dios viene cada día a través del Espíritu Santo y no podemos perder la esperanza de estar con Él. Si nos creemos esto seremos creativos y responsables. Miraremos a los demás para ver qué nos dicen sus ojos, sus gestos… y seguramente descubriremos que Dios está en la otra persona. ¿Cuántas veces hemos dejado escapar esta visita del Espíritu? No nos quedemos detrás de la ventana, salgamos al mundo para que el Espíritu se haga visible también en nosotros. Que Dios nos ayude a ver su obra en los demás, a sentir su cariño en el cariño de los que nos rodean, o en el sufrimiento de las personas que queremos. No perdamos la esperanza de encontrarlo. Un abrazo
Huellas
(Esta semana Huellas se adelante al martes y deja espacio el jueves para que podamos publicar, en varios días, una interesante entrevista con varios jóvens leoneses que asistieron a la JMJ2011 y nos han dejado sus impresiones)
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