jueves, 29 de septiembre de 2011

EL ÁRBOL DE PROAZA





Estos restos, ay hermanos, que veis ahora

fueron en tiempos….

de este pueblo orgullo y gloria.

De regreso a casa, en la tranquilidad de una tarde de domingo, nos sentamos a tomar un café delante de esta reliquia, de lo que fue uno de los árboles más altos del contorno.

En la hora somnolienta de la siesta nos gusta imaginar cómo sería antes este lugar, quién lo plantó, quiénes poblaron estos lares, cuáles serían sus ilusiones… Nosotros disfrutamos de la horizontalidad de las praderas, de las agrestes montañas, nos preguntamos cómo sería la tormenta que probablemente lo destrozó, cuántos años tendrá, cuantas cosas habrá visto…

Son muchas preguntas sin resolver. Pensamos en la inmensidad de Dios y le pedimos que nos acoja en su seno para poder comprender el pasado y nuestro futuro. Esta nuestra nostalgia es esperanzada porque sabemos que nosotros podemos derrotar la caducidad. Nuestra vida va avanzando como un vals, dando vueltas a un ritmo tranquilo, pero sabiendo que es el retorno a Ítaca, nuestra Ítaca, la casa del Padre.

A través de este blog esta foto irá al espacio para que alguien la reciba, sin saber dónde ni cuando. En esta odisea del espacio, os mandamos un hilo de esperanza. Somos eternos y eternamente seremos amados.

Huellas

2 comentarios:

  1. Me ha gustaso la reflexión

    ResponderEliminar
  2. ¡Cómo me ha encantado la última frase de Huellas!:"Somos eternos y eternamente seremos amados! No hay disculpa para entrenarnos a tope.

    ResponderEliminar