Iglesia de Felechares de la Valdería |
El Evangelio de este primer domingo de septiembre es de Mateo 18,15-20 y dice así:
"Si tu hermano peca contra ti,
vete a corregirlo, a solas tú con él.
Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.
Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos,
para que todo asunto quede zanjado por la palabra
de dos o tres testigos.
Si no quiere escucharles, díselo a la Iglesia.
Y si hasta a la Iglesia no quiere escuchar,
sea para ti como el gentil y el publicano.
En verdad os digo: todo lo que atéis en la tierra
quedará atado en el cielo,
y todo lo que desatéis en la tierra,
quedará desatado en el cielo.
También os digo que si dos de vosotros
se ponen de acuerdo en la tierra
para pedir algo, sea lo que fuere,
lo conseguirán de mi Padre,
que está en los cielos.
Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos”.
En dos cuestiones queremos fijarnos.
La primera, la corrección fraterna. No podemos pasar de lo que le ocurre a los demás y de sus actuaciones. No nos pueden ser indiferentes. Y si esas actuaciones necesitan corrección no podemos mirar para otro lado. Tarea dura, sin duda. Tarea delicada, desde luego. Pero tarea necesaria. Cuando tengamos claro que hemos de practicar la corrección fraterna no podemos dejar de hacerlo. Eso sería dejar de cumplir nuestros deberes. Nos parece claro cuando lo asumimos, como padres, con nuestros hijos. Pues igual de claro ha de ser con “nuestros hermanos”, es decir con aquellos que, estando en sintonía con nosotros, sus comportamientos dejan mucho que desear. Por tanto, sin miedo, practiquemos la corrección fraterna. Pero también con el máximo cuidado para que no veamos la paja en el ojo ajeno y dejemos de ver la viga en nuestro propio ojo. Porque, sin testimonio, la corrección fraterna es muy difícil que sea válida. En esto, como en tantas cosas, los equipistas no podemos ocultarnos.
La segunda cuestión, es la petición de muchos a Dios. Cuando varias personas pedimos algo al Señor, Él nos lo concederá. Invitamos desde aquí a todos los equistas a pedir por los matrimonios, especialmente los que creemos en Jesucristo para que vivimos la fe conforme al Evangelio, sin miedo, sin vergüenza, sin ocultarnos, abiertamente y alegremente. Porque estamos convencidos que es lo mejor para ser felices. Y los que somos de Equipos, si somos felices, no lo podemos ocultarlo.
Creo en la corrección fraterna, pero me cuesta mucho. Seguramente tendré que salir de mi aislamiento e interesarme por lo que le ocurre a los de mi alrededor. Sin intromisiones. Sin cotilleos. Sin herir. Pero con valentía. No se me ocurre otra fórmula que la oración. Tras ella, la acción.
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