domingo, 17 de octubre de 2010

ORAR SIEMPRE

En el Evangelio de hoy domingo, Lucas 18, 1-8, Jesús insiste en la necesidad de orar siempre, sin desanimarse.

Para orar no hacen falta ni muchas ni grandes palabras. Quizás las oraciones más profundas sean las sencillas. Algunos ejemplos:



“Señor, sálvame”, pedía San Pedro.



“Desando te buscaré,

Buscando te desearé,

Amando te hallaré,

Y hallándote te amaré”. San Anselmo.



“Yo pecador y obispo, me confieso

De soñar con la Iglesia,

Vestida solamente de Evangelio y sandalias”. Pedro Casaldáliga.



“¿Qué nos darás, Señor, en premio a los poetas?

Tú nos darás en Ti el Todo que buscamos”. Jose María Valverde.



Pero de todas ellas la más importante es la que hacemos cada uno, porque es la nuestra y nos sale del corazón.

Orar, orar siempre, sin desfallecer. Y con humildad. Sin exigir. Sin imponer.

Y orar en silencio. Dejando tiempo para la escucha. Para la escucha de Dios.

De la oración surgirá el compromiso y la acción.

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