domingo, 14 de septiembre de 2014

VIVIR COMO VIVIÓ JESÚS

Monasterio de Samos

Exaltación de la Cruz
Evangelio de Juan 3, 13-17

         Dijo Jesús a Nicodemo:
         — Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
         Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El amor de Dios al hombre es tan grande que envió a su mismo Hijo. Jesús, se hizo hombre con nosotros y para nosotros. No hay nada mayor. Nada más generoso. Nada más humilde. Y de Jesús es de quienes nosotros nos enamoramos cuando tenemos fe.

Por eso el evangelio engancha, porque es el mismo Jesús quien nos ha elegido y somos sus hijos. Todo lo demás es accesorio. Y todo aquello que se aparte del evangelio, de Jesús, de cómo él vivió no es cristiano.

Tenemos que revisar nuestra vida a la luz del evangelio, de cómo vivió Jesús. Y Jesús, recordemos, estuvo al lado de los pobres, de los que  necesitados, de los que sufren, de los humildes…y escuchó, y perdonó y amó. ¿Y yo… y tu… y nosotros…?   


La oración, la regla de vida o la sentada pueden ser momentos idóneos para hacernos esa pregunta. ¿Mi vida se parece a la de Jesús? 

Quizás nos puedan ayudar estos versos de Pedro Casaldáliga:

DANOS TU PAZ

Danos, Señor, aquella Paz extraña
que brota en plena lucha como una flor de fuego;
que rompe en plena noche como un canto escondido;
que llega en plena muerte como un beso esperado.

Danos la Paz de los que andan siempre
desnudos de ventajas
vestidos por viento de una esperanza núbil

Aquella Paz pobre
que ya ha vencido al mundo

Aquella Paz del pobre
que se aferra a la vida

Paz que se comparte en igualdad
como el agua y La Hostia.


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