martes, 12 de febrero de 2013

MÁS HUMANO






Ayer lunes a eso de media mañana, los medios de comunicación nos transmiten una noticia que tuvimos que leerla dos veces para asimilarla: el Papa ha renunciado. ¿Cómo? ¿Es eso posible?

Pasado el primer impacto, sosegado ya el espíritu tras el choque y leída la noticia, parece que ya podemos asimilarla. El comunicado oficial dice:

"Queridísimos hermanos,

Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia.

Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando.

Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado.

Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.

Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos.

Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria."

Dicen que muchos de los periodistas que estaban escuchando al Papa, no fueron conscientes de lo que el Papa estaba anunciando: lo leía en latín. Nada hacía indicar que ese 11 de febrero nos iba a traer esta noticia de primera página en el mundo entero.

Estoy seguro que el papa lo ha meditado, reflexionada, valorado y rezada durante bastante tiempo. No es fruto de ninguna improvisación. Todos las gentes que leo vienen considerando a Benedicto XVI como una persona de una gran talla intelectual. Y una medida de este tipo solo puede esperarse de una persona así.

Mi primera impresión es que con esta forma de proceder la Iglesia y la institución del Papado se hace más humana. Es razonable que a determinadas edades una carga como la que soporta el papa sea muy difícil de llevar. Las limitaciones físicas evidentes en el anterior papa hicieron que se hablase de renuncia un día sí y otra también. No hubo tal y Juan Pablo II se mantuvo hasta la muerte, ofreciendo, en los últimos momentos, imágenes que reflejaban el dolor de una persona sufriente. Benedicto XVI, en cambio, con una salud aparentemente mejor que la del anterior, ha decido renunciar por sus limitaciones en el cuerpo y en el espíritu. Son personalidades muy distintas, uno y otro papa. Cada uno ha actuado como en conciencia le ha parecido más acertado. No es mi intención juzgar uno y otro comportamiento. No soy yo quien le ponga una pega a cómo actuó Juan Pablo II.  Pero, personalmente, me ha parecido que la decisión de Benedicto XVI hace al papa más humano, diría que le hace más persona. La renuncia, cuando la condición personal, no permite atender todos los quehaceres, me parece a mi, que es de personas excepcionales que saben entender los signos de los tiempos. En definitiva hace a la persona más humana. Benedicto XVI ha tomado una decisión desde la humildad de su limitada condición, que le hace aún más grande.

Dios ayude a Benedicto XVI en los años que esté en esta tierra para que siga trasmitiéndonos esa sabiduría tan excepcional que ha acumulada durante su larga vida. Dice que se deicará a la plegaria. es ahí donde uno se acerca y mucho a Jesucristo.

HTM

1 comentario:

  1. Estamos de acuerdo contigo. Es como si esta decisión, seguramente muy difícil para él, le hubiera engrandecido. Saber hasta donde podemos llegar es de sabios. Que Dios le ayude en esta nueva etapa de su vida. Isabel y Mateo

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