Hay una
frase en el Evangelio que nos impresiona cuando Jesús pregunta a Pedro: ¿Y tú
quien dices que soy yo?
Seguramente
nosotros contestaríamos enseguida lo que Pedro: “Tú eres el Mesías”. Para
nosotros es más fácil porque ya Pedro nos dio la contestación por anticipado. Y
seguramente lo creemos a pies juntillas.
Pero una
cosa son las palabras y otras los hechos. Porque creer que Dios es el Mesías
significa seguirlo de cerca, compartiendo su proyecto y su destino. Y esto a
veces supone una vida de sufrimiento, como les está pasando a tantos cristianos
en regímenes musulmanes. Jesús fue el primero en morir, pero desde la cruz no
pidió una guerra, al contrario, le pidió al Padre que los perdonase porque no
sabían lo que hacían.
No valen
las confesiones fáciles. Seguir a Jesús es hacer un mundo más humano y dichoso,
y esto puede suponer renunciar a planes que se oponen al reino de Dios y otras aceptar
los sufrimientos que nos pueden llegar por seguir a Jesús.
Exprimamos
el vino que nos da Jesús y que sea nuestra alegría.
Que Dios
nos ayude
Huellas
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