Estamos en plena
campaña para las elecciones, nos bombardean desde todas las fuerzas políticas,
se llenan los periódicos de promesas, no sabemos a quién acudir, estamos
preocupados porque vivimos inquietos el futuro inmediato, se dice que es la
campaña más interesante de los últimos años porque el bipartidismo al que
estábamos acostumbrados se va a hacer añicos. Un nuevo horizonte se está
vislumbrando.
Y entre toda esta
vorágine de promesas nos ha llegado el adviento. Como cada año por estas
fechas, el tiempo litúrgico nos invita a la meditación, al silencio y a la
espera. Es el tiempo de mirar para dentro. Porque lo esencial lo llevamos en el
corazón.
Somos personas que
vivimos en el mundo, que participamos en la sociedad, que no somos ajenos al
momento político que estamos viviendo. Por eso hoy os proponemos que nuestra
aportación social, sea que la sea, nazca de nuestro interior. Que nos fijemos
menos en lo que nos viene de fuera y miremos nuestro corazón. Ahí está la
esencia. Ahí hay trato directo con Dios. Y desde ahí sabremos interpretar cómo
hemos de actuar. La clave es: confiar en Dios. Y hacer lo que Dios nos susurre
en nuestro interior. Déjate acariciar por Dios. Siente su calor. Nota su
bondad. Palpa su cercanía. Y desde ahí,
entrégate a la sociedad, a los demás.
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