EL ALTRUISMO PUEDE SALVAR EL PLANETA
Incluso si la competitividad es, por lo
general, más visible y espectacular que la cooperación, trabajos recientes
han demostrado que la evolución involucra la cooperación para crear
niveles superiores de organización. Parece que hoy necesitamos movernos al
siguiente nivel de cooperación para enfrentar los diversos desafíos de nuestro
tiempo.
En esta reciente entrevista para el Huffington Post, el ambientalista y fundador de The Nature
Conservancy, Mark Tercek, dialoga con Matthieu Ricard sobre altruismo,
compasión, activismo y nuestra naturaleza humana. Traducción de Gonzalo Brito.
Matthieu no es un extraño para la ciencia. Nació en
Francia, donde obtuvo un doctorado en genética. Ha pasado cerca de medio siglo
viviendo en los Himalayas, donde fundó Karuna-Shechen, una organización sin
fines de lucro que ofrece cuidados en salud, educación y servicios
sociales a las poblaciones menos favorecidas de la región. Matthieu es
también autor, fotógrafo y traductor, y ha servido como traductor al francés
del Dalai Lama por más de 25 años. Ha escrito más de media docena de libros,
que han sido traducidos a 20 idiomas.
Recientemente compartió conmigo sus pensamientos sobre
cómo los ambientalistas y otras personas pueden cambiar el mundo a través del
altruismo.
Tercek: Me encanta su nuevo libro, Altruismo,
y como en él desafía a la gente a ser altruista para hacer del mundo un mejor
lugar. ¿Cuál es su definición de “altruismo”?
Ricard: El altruismo es un estado benevolente de la
mente. Ser altruista significa tener un genuino interés en el
bienestar de todos aquellos que están alrededor nuestro y desearles el
bien. Además, este deseo debiese ir acompañado por la determinación de
actuar en su beneficio. Valorar a los otros es el estado mental crucial que
conduce al altruismo.
Cuando el altruismo es nuestro estado mental dominante
–nuestro estado base- se expresa a sí mismo como benevolencia hacia
cualquiera que entre en nuestro campo de atención y se
manifiesta como buena voluntad, sumada a la disposición y
deseo de cuidar a los demás. Cuando percibimos que los otros tienen
una necesidad acuciante, desarrollamos una preocupación empática. Cuando la
necesidad está relacionada con un anhelo de felicidad, el altruismo
facilitará la realización de esa aspiración. Cuando la necesidad está
relacionada con un sufrimiento, la compasión nos inducirá a remediar el
sufrimiento y sus causas.
Aunque debemos hacer todo lo posible por poner el
altruismo y la compasión en acción, no debemos restringir el uso del término
“altruismo” al comportamiento externo, dado que las acciones mismas no nos
permiten conocer con certeza la motivación que las inspiró. Si surge un
obstáculo para la acción altruista que está más allá del
control de la persona, esto no disminuye la naturaleza altruista de su
motivación.
Tercek: Me gusta el énfasis que el libro pone
en las crisis medioambientales y cómo el altruismo puede
apoyar el progreso del movimiento de conservación. ¿Qué consejo tiene
para los ambientalistas sobre cómo ser más altruistas en nuestro trabajo?
Ricard: La cuestión del medioambiente es compleja tanto
en términos científicos, económicos y políticos. Pero al final es una cuestión
de altruismo versus egoísmo. Si no nos importa el destino de las futuras
generaciones y de millones de otras especies que son nuestros
conciudadanos de este mundo, ¡no veremos que hay un problema ambiental!
Algunos piensan que no importa porque no estarán
aquí en 100 años. Groucho Marx decía “¿Por qué me deben importar las
generaciones futuras? ¿Qué han hecho ellas por mí?” Desafortunadamente hay
gente que hoy dice eso en serio.
Así que mi humilde consejo a los ambientalistas sería que
demuestren y expliquen que el altruismo es el único concepto que puede
reconciliar las necesidades de la economía en el corto plazo, la calidad de
vida de las personas en el mediano plazo y el medio ambiente, a largo plazo.
Asumamos por un momento que la mayoría de las personas
son básicamente buenas y que tienen ganas de construir un mundo mejor. En ese
caso, podemos hacerlo gracias al altruismo. Si tenemos una mayor consideración
por los otros, vamos a promover una economía del cuidado y vamos a promover la
armonía en la sociedad y tratar de remediar las desigualdades. Vamos a hacer lo
que haga falta para no transgredir los límites planetarios dentro de los cuales
tanto la humanidad como el resto de la biósfera puede seguir prosperando.
Necesitamos demostrar el hecho de que estamos todos en el mismo bote -somos
fundamentalmente interdependientes- y que necesitamos mejorar nuestro nivel de
cooperación y solidaridad.
Tercek: Uno de los desafíos que enfrentamos
los ambientalistas es que existen algunas empresas, gobiernos y
personas que se dedican a actividades que son muy dañinas para el medio
ambiente. ¿Cómo sugiere que nos relacionemos con tales actores de un modo
altruista?
Ricard: Si creemos en el surgimiento de una sociedad más
altruista, no deberíamos desanimarnos cuando nos enfrentamos a distintas
expresiones del egoísmo. Cuando grupos interés inescrupulosos hacen de
los beneficios monetarios su prioridad absoluta, ignorando las
consecuencias perjudiciales de sus actividades sobre la población y toda la
biósfera, es legítimo hablar de un egoísmo institucionalizado.
La mejor estrategia es actuar juntos para llevar a
cabo un cambio cultural. Afortunadamente, las culturas cambian más rápido que
los genes. Hoy en día, nadie se atrevería a decir públicamente: “La esclavitud
no estaba tan mal después de todo” o “¿Por qué no revocamos la decisión de
garantizar el derecho a voto de las mujeres?” Hay un punto en el que te das
cuenta que simplemente ya no puedes apoyar más ciertos tipos de comportamiento.
Hoy en día, si le dices a inversionistas o
empresarios inescrupulosos, a gente que niega el cambio
climático o a ejecutivos de compañías tabacaleras que deben ser compasivos,
te van a responder que pueden ser compasivos a nivel personal pero
que ese no es su trabajo. Sin embargo, a estas alturas se ha vuelto casi
imposible decir, “no me importan las generaciones futuras”, “no me importa la
pobreza en medio de la hiper-abundancia” o “no me importa si hay 200 millones
de refugiados climáticos en el año 2030”.
Debemos ayudar a la gente a darse cuenta que
son seres humanos determinados biológicamente para cuidar unos
de otros y que ellos podrían –y deberían- traer su humanidad a sus
actividades profesionales. Es posible mostrarles que esta es una situación
donde todos (incluidos ellos) ganan.
Tercek: Admiro el énfasis en una
ciencia en su libro. Usted afirma que la ciencia es clara: podemos
entrenar nuestras mentes para ser más amables y compasivos. Por favor díganos
más.
Ricard: Por mucho tiempo ha existido un supuesto tanto en
la psicología, la economía y la teoría evolutiva de que el
ser humano es esencialmente egoísta. Pero durante los últimos 30
años, nuevos descubrimientos científicos han mostrado que el altruismo
genuino sí existe y que se puede extender más allá de nuestros familiares hacia
los demás seres humanos y hacia otras especies.
La colaboración entre neurocientíficos y los contemplativos
ha demostrado que el altruismo y la compasión son habilidades que pueden ser
cultivadas a través del entrenamiento. Las investigaciones muestran sin
ambigüedad que el entrenamiento en el altruismo y la compasión provoca cambios
funcionales y estructurales en el cerebro y puede incluso cambiar la expresión
de los genes. Estos estudios también han permitido distinguir las diferencias
entre la empatía (la facultad para resonar con los sentimientos de los
otros), el altruismo (el deseo de que otros puedan ser felices) y la compasión
(el deseo de que los otros puedan estar libres de sufrimiento).
Incluso si la competitividad es, por lo general, más
visible y espectacular que la cooperación, trabajos recientes han demostrado
que la evolución involucra la cooperación para crear niveles superiores de
organización. Parece que hoy necesitamos movernos al siguiente nivel de
cooperación para enfrentar los diversos desafíos de nuestro tiempo.
Tercek: Creo que los ambientalistas pueden
conseguir más si pelean menos y ponen más énfasis en encontrar un terreno común
a través de la colaboración y la cooperación, incluso con quienes son
considerados los “ malos de la película”. Pero los críticos piensan que
esto es ingenuo. ¿Qué piensa usted?
Ricard: Es mucho mejor ganar a la gente sacando a la
luz lo mejor de ellos. Esto usualmente puede ser logrado reuniéndose
con ellos en persona cada vez que sea posible. Recuerdo que Nelson Madela
decía, reflexionando sobre qué clase de actitud puede servir mejor a una causa
medioambiental o política:
“Siempre supe que en lo profundo de cada corazón
humano hay piedad y generosidad… la gente aprende a odiar, y si pueden aprender
a odiar, pueden también aprender a amar, ya que el amor viene más
naturalmente al corazón humano que su opuesto… la bondad es una llama que puede
ser escondida pero nunca extinguida”.
Esas palabras no son las de un soñador utópico sino las
de alguien que superó el egoísmo institucionalizado de personas que a primera
vista no parecían inclinadas a practicar el afecto y la compasión.
Tercek: ¿Cómo podemos aumentar y acelerar
nuestros esfuerzos por proteger la naturaleza? ¿Cree que las prácticas de
entrenamiento mental que usted promueve pueden volverse suficientemente
generalizadas como para cambiar el mundo?
Ricard: Sí, lo que lleva a su nivel óptimo nuestras
capacidades para cuidar de los otros, incluyendo otras especies y futuras
generaciones, es algo que todos pueden hacer. Algo que siempre me sorprende es
que nadie cuestiona la necesidad de dedicar tiempo y esfuerzo para aprender a
leer y escribir, tocar un instrumento musical, practicar cualquier deporte o
adquirir algunas capacidades profesionales. ¿Por qué, entonces, deberíamos
asumir que las cualidades humanas básicas tales como la benevolencia, la
atención y el equilibrio emocional estarían plenamente desarrolladas desde el
principio sin que nosotros tuviéramos que hacer algo al respecto?
Entonces el punto no es necesariamente propagar la
meditación como tal, sino hacer que la gente se dé cuenta que sea lo que sea
que haga en la vida, ellos se beneficiarán inmensamente del pleno desarrollo
de sus capacidades humanas más constructivas e íntegras.
Entonces, una vez que el número de personas que han
cultivado estas capacidades altruistas y cooperativas han alcanzado una masa
crítica, puede haber un momento crítico en la cultura dominante. La
interacción entre el cambio individual y el cambio social está en el corazón de
la evolución de la cultura.
Tercek: ¿Cómo debemos involucrarnos con
buenas personas que no se sienten cómodas con la meditación y otras prácticas
espirituales?
Ricard: No es necesario usar palabras como meditación y
espiritualidad, que pueden dejar afuera a una serie de personas que podrían
beneficiarse de tales prácticas. Es más apropiado y acertado hablar de
entrenamiento mental y del cultivo de cualidades humanas básicas. Esto
puede ser realizado con la ayuda de un camino espiritual, pero también
puede ser llevado a cabo de un modo plenamente secular. ¿Quién
podría estar en contra de aumentar nuestra compasión y nuestra
capacidad bondadosa?
Tercek: Su libro hace patente que usted tiene
un profundo y sincero amor por la naturaleza. ¿Cuáles son algunos de sus
lugares favoritos para experimentar el aire libre y las maravillas de la
naturaleza?
Ricard: Es cierto. No me siento muy cómodo en ciudades y
prefiero descubrir un asombroso paisaje que visitar algún viejo monumento. He
vivido en los Himalayas por casi medio siglo, y este lugar ofrece una
abundancia de maravillas en Bután, donde viví por ocho años, y en Tíbet y
Nepal, donde vivo ahora. También me conmovió mucho la belleza salvaje
de Islandia, país que visité el año pasado.
Tercek: Usted parece estar siempre feliz, de
buen humor y siempre listo para disfrutar la risa. ¿Cuál es su
secreto?
Ricard: No hay ningún secreto. Es muy simple: altruismo y
compasión. Tengo un largo camino que recorrer para llevarlos a un nivel óptimo,
pero sinceramente trato de convertirme en un mejor ser humano día tras día, año
tras año. Esto me da alegría y un sentido de plenitud. Mi lema podría ser,
“Transfórmate a ti mismo para transformar el mundo y para servir mejor a
los otros”.
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