Ya no volverás. Mañana llegas a
tu fin. Irremediablemente. Eres tiempo, que es un invento que se nos ha dado a las
personas para que seamos conscientes que hay un comienzo y hay un final en las
forma de ser, de estar, de concebir. Solo es inmutable el amor. Dios. Es lo
mismo. Amor y amar. Dios y bondad. Se mezclan. Todo lo demás es accesorio, se
consume, es limitado, tiene aristas, llega a su fin.
Y así ha llegado el año
2015. Mañana se acaba. Está lleno de muchas cosas, de grandes acciones, de
inolvidables gestos de cariño y de bondad. Estamos hechos para amar. Y eso es
lo que hacemos la mayor parte del tiempo. Cada día, cada momento de este año ha
sido una oportunidad para amar.
Y no siempre ha sido así.
Porque nos equivocamos a menudo. Porque no creemos de verdad que dar es lo que
nos hace grandes, porque no creemos en serio en el amor, porque decimos que
tenemos fe y nos agarramos con miedo a lo que vemos.
Por eso el amor
inevitablemente va unido al perdón. Perdón por la pereza, por la codicia, por
las acciones interesadas, por no ver a los demás, por no escuchar lo que pasa,
por pasar de largo, por tanta omisión e inacción.
Gracias año 2015 porque
durante él hemos tenido la oportunidad de ser mejores.
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