jueves, 10 de noviembre de 2011

SER SANTOS




Seguimos con las ideas de Concha en esta segunda reflexión. Ahora nos vamos a centrar en “la vocación del laico”. Para hablar sobre ello se basa en lo que dice Pablo en la Carta a los Ef, 1,3-5:

“Bendito sea Dios que en Cristo nos ha bendecido con toda clase de bendiciones(…) nos ha ELEGIDO antes de la constitución del mundo para ser SANTOS (…) para ser sus HIJOS(…) para ser alabanza de su gloria”.

Dios nos elige voluntariamente para ser santos y ser santos es nuestra vocación que consiste en abrirnos al amor misericordioso de Dios. ¿Pero cómo podemos ser santos, qué tipo de santidad quiere Dios para nosotros? Queda claro que Dios quiere que nos parezcamos a su hijo, Jesús.

Y Concha nos recuerda que “el programa de nuestra santidad está en vivir el PADRE NUESTRO. Si cada mañana al poner los pies en el suelo rezáramos conscientemente el Padre Nuestro, estaríamos poniendo delante de nosotros la luz para iluminar todo nuestro día. Estaríamos actualizando la voluntad de Dios. Es imposible llamar a Dios Padre sin reconocer al otro como hermano. Es imposible llamar a Dios Padre y no reconocer en la otra persona, la dignidad sagrada de Hijo de Dios, independientemente de su condición social, nacionalidad, raza, color, etc.”

Amigos, al levantarnos recemos con calma el Padre Nuestro y con la firme voluntad de cumplirlo salgamos al mundo recordando que pertenecemos a una comunidad y que nuestro testimonio no debe ser individual sino comunitario. Y esa comunidad debe ser alegre porque Dios se fía de nosotros. Si vamos por el mundo desesperanzados somos antievangelio.

Nos dice Concha que “el proyecto de Dios para el mundo no es otro más que la felicidad para el ser humano”. ¡Qué Dios más maravilloso tenemos! Seamos felices y hagamos felices a los que nos rodean. Padre Nuestro……

Huellas



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