ATREVEOS A PENSAR

Hace ya muchos siglos el filósofo griego Sócrates dijo esta frase y después de tantos años aun algunas personas tienen miedo a pensar.

Pero es que unos años después Jesús nos dijo lo mismo aunque de otra forma. Nos vino a decir que Él nos hizo libres y como tal hemos de actuar. Tenemos el deber de pensar qué es lo que está bien o mal para poder tomar decisiones.

Desde luego para tener esa capacidad hemos de dejar de ser infantiles, como niños que quieren que se lo den todo hecho. Tenemos que formarnos, para que nuestra conciencia no se deje engañar por fantasías tontas. Pero una vez que esto lo hacemos, tenemos que aprender a ser libres para que nadie decida por nosotros, porque en última instancia es nuestra conciencia la que debe guiarnos, no la conciencia de otros.

Y no nos vale lo de antes, porque ya en el evangelio se nos dice: ¿Cómo no exploráis este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? (Lc 12,57) Miramos a menudo las predicciones del tiempo o miramos al cielo para saber si va a llover y en cambio no entendemos el tiempo que vivimos.

En aquél momento muchos que escuchaban a Jesús dejaron perder una ocasión de entender y seguir su mensaje porque se dejaron aconsejar por los “cumplidores fariseos” que no entendían al hombre y sus necesidades como lo hacía Jesús. No captaron el tiempo de la salvación que Jesús les traía.

Deberíamos preguntarnos en qué grupo estaríamos nosotros si hubiéramos vivido en la época de Jesús.

Dice el Vaticano II, en la Constitución Gaudium et Spes (n. 4): «Pesa sobre la Iglesia el deber permanente de escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio (…). O sea hemos de conocer y comprender el mundo en que vivimos y sus aspiraciones, su modo de ser para poder transmitir el mensaje de Dios.

A lo largo de la historia hemos perdido muchas oportunidades, como Iglesia, por no leer los signos de los tiempos. ¿Estaremos ahora perdiendo otras ocasiones? El mundo no es tan malo. Hay mucha bondad silenciosa actuando en él. Y Dios no ha abandonado su mundo. Además entre la mayor basura puede nacer una bella flor. Ojala seamos capaces de mirar al cielo sin perder de vista la tierra.

Huellas