En cierta ocasión los discípulos le hacen a Jesús
una petición: «Auméntanos la fe». Nosotros también necesitamos que nos aumente
la fe. Nos damos cuenta que ya no nos vale la fe que tenemos desde niños.
Necesitamos una fe más madura y más fuerte.
A veces nos parece que nuestra fe es recia y
otras notamos que las deslealtades hacia Dios son enormes. Deben ser esas
noches oscuras del alma o esos años que estamos alejados de Dios. Lo cuenta
Teresa de Calcuta que pasó años sin ver a Dios. Pero quizá debemos hacer como
hizo ella: seguir trabajando como le gustaría a nuestro buen Padre, porque en
algún momento Dios volverá a dejarse ver.
Pero para que eso suceda no podemos olvidarnos de
pedírselo a diario: Señor, auméntanos la fe. Y sobre todo que nuestra fe esté
preocupada por lo esencial, que es sentir que estás en medio de nosotros, quien
guía nuestros pasos y quien nos hace aumentar el amor a los demás día a día.
Y sobre todo Señor, danos una fe contagiosa que
nos oriente a hacer la vida más humana y a la vez más evangélica, desde la
humildad, el amor y la misericordia.
Que nuestra fe nos lleve a creer en el Dios
maravilloso que a veces supone la cruz y a la vez nos ayuda a desarrollar
nuestra capacidad de amar.
Un abrazo
Huellas
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