El chantaje emocional es una
poderosa forma de manipulación en la que, directa o indirectamente, las
personas próximas amenazan con castigarnos si no hacemos lo que quieren. En la
base de cualquier forma de chantaje emocional, existe una amenaza fundamental
que se expresa de maneras muy distintas: “sufrirás si no te comportas como yo
quiero”.
Los chantajistas emocionales
saben hasta qué punto valoramos la relación que mantenemos con ellos, lo
importantes que son para nosotros y utilizan la información que tienen nuestra,
como fruto de la convivencia y la confianza que hemos depositado en ellos, para
golpear en nuestro fuero más íntimo con el fin de conseguir sus propósitos.
Somos más vulnerables a la manipulación en la medida que tenemos carencias
emocionales.
Cuando nuestra búsqueda se
encamina a conseguir valoración, afecto o aprobación, como forma de conseguir
llenar nuestros huecos, frustraciones, inseguridades, etc, quedamos a merced a
los chantajistas emocionales que, no dudaran ni por un instante, en hacernos
sentir que para conseguir de ellos lo que necesitamos, tenemos que ganárnoslo y
amenazan con retirarnos su afectividad si no accedemos a sus demandas, eso sí,
lo hacen de manera que impide o dificulta que nos demos cuenta de su
manipulación. Rodean sus relaciones con
una bruma densa que garantiza que nos dará miedo atravesarla, que nos veremos
obligados a ceder y nos sentiremos espantosamente culpables si no lo hacemos.
Los chantajistas amenazan,
amenazan y amenazan con todo lo que es importante para nosotros. Nos dejan más
o menos claro, que nos harán la vida difícil si no hacemos lo que quieren, con
el abandono, poner fin a la relación, el desprecio, las críticas, la economía,
ignoran nuestras necesidades, o bien, dejaran claro que nos harán o se harán
daño si no cedemos. Los comportamientos del chantajista siempre van a más, por
mucho que cedamos al chantaje nunca es suficiente, piden más y más hasta
conseguir sus propósitos.
Poner conciencia en la forma
como nos relacionamos, supone una ayuda troncal en dos direcciones, una en
cuanto a la comprensión de las relaciones interpersonales dañinas que
mantenemos con nuestras personas queridas, que tanto sufrimiento nos causan y
otra, que es fundamental, poner conciencia
en que para salir de esas relaciones es necesario que encendamos nuestra
luz, darnos cuenta del poder que le damos a los demás, porque para que se dé
una relación de chantaje emocional, hacen falta dos.
Cada persona incorpora a sus
relaciones un poderoso conjunto de puntos candentes: la acumulación de
resentimientos, pesares, inseguridades, miedos y cóleras que constituyen
nuestros puntos débiles y duelen cuando los tocan. El chantaje emocional sólo
se produce si permitimos que los demás sepan que han descubierto nuestros puntos
candentes y que saltaremos si los aprietan con un repertorio de respuestas que
tenemos automatizadas.
María Guerrero Escusa
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