El problema no es Trump:
irracionales potencialmente destructivos los hubo y los habrá siempre. El
problema son los miles de personas que creen en los valores que él representa.
Los que privilegian el capitalismo, la xenofobia, la desconfianza y sus propios
intereses en detrimento del bien común. Los que apelan al brexit, el blindaje
de fronteras y el separatismo. Los que se entregan a cualquier tipo de
radicalismo. Los que piensan que el drama de los refugiados no va con ellos.
Los que violan (en Colombia o en Pamplona) porque saben que su crimen quedará
impune. Los que agreden a otros en cualquiera de las mil formas posibles
(pensamos en asesinatos, pero la violencia empieza por gritar lleno de furia al
que va en el coche de al lado).
El problema no es "la
cabeza visible" de esa que queremos llamar "la primera potencia del
mundo" (y seguimos en este juego donde sólo prima lo económico). El
problema son todas las otras cabezas: las que carecen de educación y criterio
propio, las que no ven/no quieren ver cómo se repite la Historia, las que
lanzan la piedra en cualquier foro de internet para luego esconder la cabeza...
No sé cómo hemos llegado a
esta situación. Habrá quien acalle su conciencia diciendo que vivimos/sufrimos
el legado que nos dejaron nuestros padres y las generaciones anteriores. No
interesa. Los que estamos ahora, tenemos la ineludible misión de vivir y educar
en conciencia. Vivir y educar en conciencia. A nuestros hijos. A los hijos de
nuestros amigos. Al vecino. Al animal incívico que nos cruzamos por la calle.
Porque no es una cuestión de
credo político: de rechazar a un candidato en virtud de otro que encarna, o no,
un dechado de virtudes. El problema es avalar una serie de comportamientos que
no caben en el marco de la civilización (sea en Irak, EEUU o Corea), y dejar
que corran y acarreen consecuencias. Es la mediocridad de todos los días, el
miedo paleolítico al otro, la precariedad material, pero también de valores y de
amor, la imperdonable indiferencia ante la desdicha de los demás (que, no cabe
la menor duda, acaba por ser la nuestra). Tenemos lo que tenemos: lo que ha
ocurrido en las urnas es apenas el reflejo de este "pan nuestro de cada
día". Es un espejo y una bofetada a nosotros mismos. Porque ya basta de
"quejarse y tragar", o acabaremos dando este mismo alimento a quienes
vengan después de nosotros. Sencillamente porque no se puede dar a otros lo que
no se tiene. ¿Nos acusaran las próximas generaciones de no haber hecho nada por
mejorar lo recibido?
No, no hablamos de Trump ni de
los Estados Unidos de Norteamérica: hablamos de la Humanidad. Y, repito, hoy
más que nunca tenemos la ineludible misión de vivir y educar en conciencia.
Resuenen con más fuerza que nunca los versos que escribiera el poeta Walt
Whitman en su obra Hojas de hierba:
En este momento anhelante y
pensativo, sentado a solas.
Me parece que en otras tierras
hay otros hombres también anhelantes y pensativos,
me parece que puedo mirar a lo
lejos y divisarlos en Alemania, Italia, Francia, España– y más lejos aún, en
China, o en Rusia, o en India – hablando otros dialectos;
y me parece que si me fuera
posible conocer a estos hombres,
con ellos me uniría, como hago
con los hombres de mi propia tierra,
¡oh! yo sé que seríamos
hermanos y amantes,
yo sé que llegaría a ser feliz
con ellos.
María Teresa Sánchez Carmona
Eclesalia
Nota de la redacción. El fin de semana ha tenido lugar en El Pardo, Madrid, la jornada de formación para los nuevos responsables de sector. De nuestra Región Noroeste han acudido Isabel y José Juan, responsables de Ponferrada-Astorga-La Bañeza, Puri y Heliodoro, responsables de Palencia, y Teresa y Pepe, responsables de Valladolid. Vienen encantadas y con ganas de poner toda su ilusión en el Movimiento. Aquí tenéis, pinchando, un testimonio de esa Jornada.
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