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MATEO 24, 37-44
37 Ahora bien, lo que pasó en
tiempos de Noé pasará en la llegada del Hijo del hombre; 38 es decir, lo mismo
que en los días antes del diluvio la gente comía, bebía y se casaba, hasta el
día en que Noé entró en el arca 39 y, estando ellos desprevenidos, llegó el
diluvio y arrambló con todos, así sucederá también en la llegada del Hijo del
hombre.
40 Entonces, dos hombres estarán
en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; 41 dos mujeres estarán
moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán.
42 Por tanto, manteneos
despiertos, pues no sabéis qué día va a llegar vuestro Señor.
43 Ya comprendéis que si el dueño
de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se quedaría en
vela y no lo dejaría abrir un boquete en su casa.
44 Pues estad también vosotros
preparados, que cuando menos lo penséis llegará el Hijo del hombre.
Este evangelio, en una primera
lectura, parece que tiene algo de amenazante. Es como si nos dijese, estad
alerta porque, ¡cuidado!, en cualquier momento os vais a morir y Dios os va a
juzgar. Pero, si profundizamos en él, en
verdad no hay ninguna amenaza porque lo que nos anuncia es la esperanza de ver
a Dios cara a cara. ¿Y esto cuándo va a ocurrir? Cuando tomemos conciencia de
que Dios ya está con nosotros. No se trata de que llegue alguien de fuera a
despertarnos de nuestro letargo, se trata de que tomemos conciencia de que Dios
ya está aquí, entre nosotros, dentro de nosotros. Para eso es este tiempo de
adviento. Para darnos cuenta de que Dios ya está en nosotros.
Cuando seamos conscientes de
ello, viviremos la vida en color. Como nos propone el siguiente video. Feliz
adviento.
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