Hablamos, en la vida, de
expectativas, de esperanza, de grandes sueños. Hablamos de ilusiones, de
motivos, de razones para pelear. Hablamos de lo que nos hace levantar cada
mañana. De lo que tira de nosotros para avanzar. ¿Te imaginas no esperar nada,
no desear nada, no luchar por nada? Sería bien triste.
Por eso, hoy te invito a
sonreír, a echarle ganas, a poner paciencia, a aceptar como estás. Y todo con
ilusión. Sueña y al mismo tiempo acepta. Es posible que las cosas no vayan como
quisieras, es posible que estés pasando un mal día, una mala etapa. Es posible
que estés enfermo, que tengas dolor. Es posible que no encuentres trabajo o que
la pensión sea escasa para lo que necesites. Pero no dejes de soñar, no pierdas
la ilusión. Si conservas las ganas de
vivir, podrás aceptar todo eso que te pasa de distinta manera. Sueña.
Ilusiónate.
Cuenta con Dios. El te ha
creado. Y lo ha hecho para bien. El quiere que seas feliz. El te ama. Deja que
te anime. Siéntele dentro de ti. Háblale. Escúchale. Verás que en esa relación
te sentirás bien. Deja que Dios te
anime. Ponle la cara bonita. El siempre está ahí. Para soñar contigo. Para
ilusionarte contigo. Dios te ama.
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