Domingo XV Tiempo Ordinario
Evangelio de Marcos 6, 7-13
En aquel tiempo
llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad
sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón
y nada más, pero ni pan ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen
sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y añadió:
- Quedaos en la
casa donde entréis hasta que os vayáis de aquel sitio.
Y si un lugar no
os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para
probar su culpa.
Ellos salieron a
predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos
enfermos y los curaban.
El evangelio que hoy leemos tiene un mensaje para
nosotros, nos está indicando una manera de ser cristianos. Nos invita a
mezclarnos con la gente y estar con ellos, participando de sus alegrías y
acompañando en sus dificultados. El cristiano no es una persona que se sube en
un pedestal y enseña lo que ha aprendido. El cristiano es el que está en el
mundo, entre la gente, dando testimonio de que lo vive: la realidad del amor. Jesús
invita a arremangarnos y pisar el barro de los problemas de la gente. Es lo que
está haciendo el papa Francisco en su viaje a algunos países –los tres más
pobres- de América del Sur. Esta es la misión que tenemos, todos los cristianos:
desde la vida intensa personal implicarnos en las necesidades humanas. Ser
solidarios. Ser hermanos.
Lo decimos con un poema de Blas de Otero:
Hablamos de las
cosas de este mundo.
Escribo
con viento y tierra y agua y fuego.
(Escribo
hablando, escucheando, caminando.)
Es tan sencillo
ir por el campo, venir por la orilla
del Arlanza, cruzar la plaza
como quien no hace nada
más que mirar el cielo,
lo más hermoso
son los hombres que parlan a la puerta
de la taberna, sus solemnes manos
que subrayan sus sílabas de tierra.
Ya sabes
lo que hay que hacer en este mundo: andar,
como un arado, andar entre la tierra.
Esta es la cuestión: andar entre la tierra, implicarse,
meterse entre la gente, saber lo que le pasa y qué quieren, acompañar, andar
como un arado, mojarse, arremangarse, pisar la realidad…y todo ello como si
fuera nuestro. Esto es, sentirse hermanos.
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