La vida
nos hace tropezar muchas veces y la mayoría no estamos ya para tropiezos,
porque no somos como los niños que parece que rebotan, se levantar otra vez y
siguen jugando como si fueran de goma.
Pero
nuestros huesos están duros y las caídas traen consecuencias, que si una mano
rota, que si la cadera, que si la columna…
Pero no es
sólo a nivel físico, también a nivel espiritual tenemos muchos tropiezos y
tenemos que volver a levantarnos. Pero nuestro cerebro está entumecido, rígido
y nos cuesta salir del tropiezo. Pero no temamos. Los cristianos tenemos al
Espíritu Santo que nos renueva y nos hace jóvenes en cada momento. Así que como
dice el texto anterior no nos encariñemos con la piedra que nos ha hecho caer,
dejémosla rodar y nosotros sigamos en camino que el Espíritu nos va marcando.
Huellas
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