Dad
gracias al Dios
que
acompaña siempre a su pueblo,
entonad
las canciones que conozcáis
y
que más os llenen de júbilo,
pues
su palabra nos guía
y
nos conduce por el camino
de
la felicidad, de la justicia y la libertad.
Su
palabra resuena en el eco de las montañas,
en
los arroyos cantarines, en la brisa suave
y
en el viento que recorre los desiertos.
Dichosas
las personas que interpretan
los
signos de los tiempos,
quienes
se dejan interpelar por los demás,
quienes
contemplan la naturaleza y la cuidan.
Dichosas
las personas
que
muestran un corazón confiado
y
no pierden la esperanza de poder
transformar
la realidad que les circunda.
Dichosos
quienes alimentan una espiritualidad
de
ojos abiertos, que no les aísla de los demás,
sino
que les sumerge en la vida,
y
esa lucha cotidiana les llena de paz.
Miguel
Ángel Mesa Bouzas
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