Somos muy
dados a juzgar habitualmente a los que nos rodean y a dar sentencias sobre lo
que los demás deberían o no deberían hacer.
Y sin
embargo olvidamos que lo que nosotros creemos que se debe hacer puede no tener
ningún valor para los otros, porque los demás no son nosotros y no tienen las
mismas vivencias o las mismas alegrías o problemas que nosotros.
Por eso
nos ha gustado esta frase: “Antes de juzgar mi vida, ponte en mis zapatos”.
Es una
buena regla de vida. Juzgar a los demás desde ellos mismos, no desde nuestras
convicciones. Cada cual tiene sus propias piedrecitas en el zapato y sabe cómo
poner el pie para que le duelan o molesten menos. Desde nuestro cómodos zapatos
no podemos juzgar la pobreza física o espiritual de los demás.
Ojala este
verano que está llegando nos ayude a todos a descalzarnos para pasear por la
playa o el campo y así soltar esas pequeñas piedras que nos molestan y nos
sintamos todos más iguales.
Un abrazo
Huellas
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