Hay momentos en que no puedes más. En que cuesta
encontrar los motivos, en que la misión es solo trabajo y tienes ganas de hacer
una huelga de ti mismo. Quizás esos días eres más susceptible, estás más
irritado, o acaso la fatiga se convierte en tristeza. Y añades al cansancio la
sensación de disgusto. Entonces te cuesta más hablar de amor (o amar). Y le ves
las aristas a todo. Por eso es necesario, en ocasiones, reconocerse más débil,
más frágil, y darse una pausa y dejarse cuidar.
No pretendas poder con todo. No quieras salir siempre triunfante. Reconoce que estás cansado. Y para un momento. Acepta tu debilidad. Reconoce que te cuesta seguir. Para. Cuenta con tu debilidad. Y así está bien. Y es suficiente. Eres humano.
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