Quédate, Señor, que se hace ya tarde,
que el camino es largo y el cansancio
grande.
Quédate a decirnos tus vivas palabras
que aquietan la mente y encienden el
alma.
Mantén en ascuas nuestro corazón
torpe,
disipa nuestras dudas y temores.
Míranos con tus ojos de luz y vida,
devuélvenos la ilusión perdida.
Lava las heridas de estos pies
cansados;
despiértanos a la vida con gestos
humanos.
Quédate y límpianos rostro y
entrañas;
quema esta tristeza, danos esperanza.
Quédate, Señor, comparte nuestras
viandas
y muéstranos, paciente, tus
enseñanzas.
Pártenos el pan de tu compañía;
ábrenos los ojos de la fe dormida.
De tus palabras surge lo que
buscamos,
lo hemos visto caminando a tu lado.
Quédate y renueva valores y sueños;
danos tu alegría y tu paz de nuevo.
Condúcenos siempre al mundo, a la
vida,
para ver tu rostro en otros rostros
cada día.
Quédate, Señor, que se hace ya tarde,
que el camino es largo y el cansancio
grande.
Florentino Ulibarri.
Quédate Señor que no sé qué hacer sin ti.
Quédate Señor, no marches, ya se que estás vivo, que eres Vida.
Quédate Señor que contigo soy feliz.
Hoy, en la oración, no olvidemos que el Señor está a nuestro lado. Vamos a sentir su presencia, su calor, su cercanía, su cariño, su empuje, su alegría. ¡Y, verás qué bien!.
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