Cada quién tiene su carisma, su capacidad, sus
talentos. Y es una propuesta y una llamada evangélica ponerlos a rendir. No
deberíamos enterrarlos… pero es muy importante saber que parte de la vida, de
nuestro carácter y de nuestro ser humanos pasa por hacer, de vez en cuando, una
pausa. Dejarse acunar por otras voces, dejar que otras manos acaricien las
propias heridas y fatigas. Darse permiso para estar en baja forma. Aceptar que
a veces uno no puede, o no sabe, o no llega hasta donde querría. Aceptarse incapaz…
Y dejarse acunar. Es muy importante dejarse querer. Aceptar un abrazo. Disfrutar de un beso. Recoger una sonrisa. Mantener una mirada. Eres un ser valioso y capaz. Pero tienes límites. Déjate querer.
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