viernes, 20 de diciembre de 2013

NO HE PODIDO EVITAR SONREÍR

 Hoy se cumple el primer aniversario de la muerte de un hombre de eterna recordación, al menos para todos aquellos que tuvimos el honor de conocerlo y disfrutarlo. Él no fue la típica persona que pasó por la vida comiendo y respirando. Fue un hombre con principios y convicciones, comprometido con el momento que le toco vivir. En solo 15 días, un cáncer terminó con la vida de un hombre bueno, joven, lleno de belleza, con ilusiones y proyectos de futuro, exitoso profesional y con una inteligencia brillante. Difícilmente volveré a encontrarme en la vida con una persona igual.

Han sido tiempos muy difíciles. Una catástrofe que hundió a todos sus hermanos y sobrinos; provocó un dolor terrible en familiares y amigos; destruyó la vida que mi madre y él habían construido juntos, y de la que yo y mis hermanos formamos parte.

No ha habido un solo día que no haya pensado en él, pero ahora algo ha cambiado. He sonreído al recordarlo. Y cuando sonrío, logro recordar los momentos felices que vivimos y las risas de las que disfrutamos juntos. Recordar como me abrió a las cosas que merecen la pena en la vida, es como si de nuevo comenzase a ser feliz. Ese ha sido el mejor regalo que me hizo, su mejor legado.

Yo no creo en las casualidades o el azar. Estoy seguro que todo lo que ocurre tiene una explicación. Estoy convencido que nunca llegaremos a conocer todos los misterios que el universo plantea. Por eso creo que tiene que haber algo, creo en la energía y en la fuerza; y en la fuerza y la energía que produce el amor, estoy seguro que, cuando has querido a alguien tanto y te han querido con tal fuerza, una vida no es suficiente.

Pienso que lo que nos espera tras la muerte es un estado desconocido para el hombre y diferente a la vida. Pero estoy convencido que él estará ahí, junto a sus padres y algún buen amigo que ya ha llegado, preparándolo todo y esperando a todos los que lo quisimos.


En memoria de mi padre: Miguel Villa Díez

Sergio VM

1 comentario:

  1. Bello testimonio de un hijo que se enorgullece de su padre y le recuerda como una gran persona, que, de alguna manera, sigue vivo. Setarcos

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