viernes, 4 de febrero de 2011

NO TENGÁIS MIEDO

Santuario de Natividad de San Juan Bautista, en Ein Karem, Jerusalén
Hoy la Iglesia, nuestra madre, proclama el evangelio de San Marcos, en el que se narra la decapitación de Juan El Bautista.

Juan murió mártir de su deber, porque él había leído la recomendación que el profeta Isaías hace a los predicadores: "Cuidado: no vayan a ser perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar". El Bautista vio que llegaban los enemigos del alma a robarse la salvación de Herodes y de su concubina y habló fuertemente y con verdad. Ese era su deber. Y murió por proclamar con fuerza lo que luego diría el maestro “La verdad os hará libres”. Que es necesario cumplir las leyes de Dios y de la moral. Fue un verdadero mártir. Fue testigo de la verdad hasta su muerte. Murió por amor a ella.

Juan siempre es una llamada a la conversión, a la propia conversión, a la vez que nos invita a imitarle, a vivir en verdad, desde la verdad y para la Verdad. "Convertíos, porque el Reino de los Cielos está cerca" (Mateo, 3, 2), tal era el estribillo de su enseñanza. Hombres de todas las condiciones se congregaban a su alrededor.

No nos asustemos. Hoy día se le ha cortado la cabeza, o al menos eso se pretende desde gobiernos y estamentos de poder: la moral, el modo de vivir la religión debe aparcarse al ámbito privado.

¡Rotundamente NO!, No nos dejemos engañar por las corrientes de pensamiento actuales, ni por el devenir de moda de hoy día. Hoy día hay muchas “salomés” (no sólo mujer, claro está) que bailan delante de nuestra vida y que nos pueden hacer perder el sentido. A muchos de esta generación no solo les han cortado la cabeza en el sentido que no le funcionan las funciones cerebrales superiores, asiento éstas del razonamiento, la crítica, la capacidad de decisión, sino que también les han cortado el cielo: vivir para morir…”Anchas Castilla, comamos que mañana moriremos…” y vemos cómo se vive enajenado de la realidad cotidiana.

Os invito, queridos todos a ser como el Bautista, a no tener miedo a decirle a los demás la verdad, precisamente por amor a ellos. Y más claro aún a nuestro cónyuge: la corrección fraterna dentro del matrimonio. Corregimos porque le amamos. Para ello está la sentada. Gracias ENS.

¡Ánino y adelante!

Jesús y Mariví

Interior Santuario-Iglesia San Juan Bautista en Ein Karem.









1 comentario:

  1. Es verdad, no hay que tener miedo a los que nos alejan de Dios. El problema es cuando los que nos alejan son gente de dentro de casa, como la madre a la hija en el caso de Herodías. A veces personas que se dicen creyentes con su intolerancia y su dureza nos alejan de la Iglesia y eso es algo que no podemos permitir, porque la Iglesia es nuestra madre, de todos y a todos hemos de acoger.

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