Neville Hodgkinson, periodista especializado en ciencia y medicina, y escritor.
72 años. Nací en un centro
militar en Inglaterra y vivo en un centro de retiro en Oxford. Divorciado, pero
somos grandes amigos. Tenemos 2 hijos y 5 nietos. Licenciado en Economía y
Política. He dejado de creer en los bloques. Creo que soy un alma eterna aunque
prefiero llamarlo agente de conciencia
“La ciencia me ha
llevado más allá de la creencia”
El ser
Fue uno de los primeros en
describir los íntimos vínculos entre salud y felicidad en términos científicos;
lo hizo en su primer libro, Will to be well (La verdadera medicina
alternativa). Durante 30 años escribió sobre ciencia enel Daily Mirror,
paralelamente fue primero alumno y luego profesor de la Brahma Kumaris World
Spiritual University. Preside la Fundación Janki para la Espiritualidad en la
Atención de la Salud, una organización con sede en el Reino Unido que fomenta
la investigación y la sensibilización en el ámbito de los valores y la salud.“A
través de la ciencia he entendido que negar esa dimensión más profunda, el ser,
nos ha llevado al egoísmo, a desligarnos de la naturaleza y de los otros seres
humanos”.
Usted fue pionero en aunar
ciencia y espiritualidad…
Durante toda mi vida he
escrito e investigado sobre medicina y ciencia. Al principio pensaba que
llegaríamos a desarrollar una pastilla para cada enfermedad.
Es la aspiración de las farmacéuticas.
…Pero pronto, gracias a
algunos médicos, descubrí que en la salud influyen de manera decisiva cosas
como el amor o el sentido de propósito, aunque la ciencia lo rechazaba.
Con los años también se sumó
la ciencia.
Sí, he podido entrevistar a
todos esos científicos pioneros de un nuevo paradigma que afirma que la
conciencia es preliminar al mundo material, como si hubiera una matriz de
información a partir de la cual se manifiesta el mundo material.
¿Eso escribía en el Daily
Mirror?
Sí, porque aunque suene un
poco esotérico, hace treinta años ya había reconocidos científicos que lo
apoyaban, sobre todo del campo de la física cuántica, cuyos fundadores, entre
ellos Max Planck y Einstein, dijeron que necesitamos cambiar nuestro
entendimiento de la naturaleza de las cosas.
No deja de ser una teoría…
Es más que una teoría.
Sostienen que nuestro cerebro filtra la realidad, de manera que cada uno de
nosotros tiene una perspectiva individual del mundo, pero que paralelamente
existe un campo de conciencia mucho más amplio que nos conecta a todos.
Quién sabe…
Eben Alexander, neurocirujano
y profesor de Harvard, se dedicó a investigar las experiencias de las personas
que mueren clínicamente y después regresan a la vida. Narran que se adentran en
una dimensión de luz donde se dan cuenta de que la muerte no es su fin.
Descubren que su conciencia continúa.
La ciencia convencional no lo
acepta.
La neuroanatomista Gill Bolte
Taylor (una de las 100 personas más influyentes del mundo según la revista
Times) tuvo un accidente cerebrovascular masivo del que tardó ocho años en
recuperarse. Escribió My stroke of insight (viaje personal de un cerebro
científico) en el que explica cómo su conciencia se expandió a la vez que
perdía la movilidad, el habla y la memoria.
La mayoría de los
neurocientíficos afirman que somos nuestro cerebro.
Cierto, pero el paradigma está
cambiando,llevo años volcado en este tema y me atrevoa afirmar que no es
científico mantener la postura de que simplemente somos seres físicos.
Entonces, ¿qué somos?
Donald Hoffman, profesor de
Ciencia Cognitiva de la Universidad de California, defiende que la conciencia
es la que crea el cerebro. Otros afirman que la mente no sólo recibe
información del cerebro, también de otra dimensión más profunda.
¿...?
Nuestro sufrimiento es el
resultado de haber extraviado esa dimensión, negarla nos hace dependientes. Si
no conocemos nuestra propia mente y no somos capaces de nutrirla con prácticas
de reflexión y meditación, dependemos de la aprobación de los demás, el éxito y
el bienestar vienen de fuera, y eso nos convierte en esclavos. Lo que la nueva
ciencia emergente nos está ofreciendo es una verdadera revolución.
Hasta hoy las religiones y las
creencias, en general, más que liberar oprimen.
Yo no estoy hablando de
religión ni de fe, sino de un nuevo paradigma científico que nos insta a mirar
el mundo de otra manera. Cuando empecé a desarrollar mi trayectoria espiritual,
hace unos 35 años, era una creencia. Pero paralelamente, gracias a mi trabajo
como periodista científico, empecé a tener claras algunas cosas.
Cuénteme.
Supe que los pacientes en los
que está presente el sentido del amor y el propósito se recuperan más rápido y
que viven más años, y tuve evidencias de que la meditación mejora nuestra salud
física y psíquica.
Todo eso está demostrado.
La ciencia me ha llevado más
allá de la creencia, a ver con claridad las limitaciones del paradigma
materialista.
¿A qué se refiere?
La física cuántica nos ha
permitido hacer microprocesadores, láseres, y todo lo que de ellos se deriva,
pero la implicación más profunda, asumir que la mente es la creadora del mundo
físico, eso no queremos aceptarlo.
¿Entender el universo como un
pensamiento gigante?
Sí, en lugar de como una
máquina gigante. Ese cambio es importantísimo y útil, porque nos devuelve el
control. Cuando entiendes que no eres tu cerebro, que tenemos algo más
poderoso: el ser, con el que puedes nutrir tu mente con sus cualidades de amor,
paz y felicidad, y que según lo practicas cambias el cerebro, ya no eres más
una víctima de tus limitaciones.
¿Qué más ha descubierto?
Que la vida es un juego por y
para la supervivencia que implica competitividad, y que eso está en la
naturaleza del mundo, pero que en el campo de la conciencia el amor y la
compasión lo son todo, y se vuelven muy reales cuando abrimos la puerta de la
percepción y accedemos a esta belleza interna.
No resulta fácil abrir esa
puerta.
Estamos bloqueados en esa
forma materialista de ver la existencia. Hace falta una revolución desde la
ciencia, pero estamos a un paso.
Ima
Sanchís, en La Vanguardia.
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