JUAN 14, 15-21
15 Si me amáis, cumpliréis los
mandamientos míos; 16 yo, a mi vez, le rogaré al
Padre y os dará otro valedor que esté siempre con vosotros, 17 el
Espíritu de la verdad, el que el mundo no puede recibir porque no lo percibe ni
lo reconoce. Vosotros lo reconocéis, porque vive con vosotros y además estará
con vosotros.
18 No os voy a dejar desamparados,
volveré con vosotros. 19 Dentro de poco, el mundo
dejará de verme; vosotros, en cambio, me veréis, porque de la vida que yo tengo
viviréis también vosotros. 20 Aquel día
experimentaréis que yo estoy identificado con mi Padre, vosotros conmigo y yo
con vosotros.
21 El que ha hecho suyos mis
mandamientos y los cumple, ése es el que me ama; y al que me ama mi Padre le
demostrará su amor y yo también se lo demostraré manifestándole mi persona.
Dios no nos deja desamparados. La muerte y la resurrección
no es el abandono de Dios. Son realidades que se presentan en nuestra vida para
que tomemos conciencia de que Dios está dentro de nosotros.
¿Cómo? A través del Espíritu que se nos ha dado.
¿Cómo podemos saber que es así? Mirando en el interior.
Meditando. Rezando. Dejando que el silencio haga su labor. Permitiendo que Dios
se manifieste y lo sintamos.
¿Por qué? Porque Dios es bondad y no nos deja solos. Aunque
renunciemos a Él, aunque le neguemos, aunque seamos indiferentes a su presencia,
Dios no sale de nosotros. Está ahí. Latente. Esperando paciente que le
sonriamos.
¿Para qué? Para amar. Porque si Dios es amor, nosotros
hemos sido creados para amar. Cuando seamos conscientes de ello, nuestra vida
tendrá todo el sentido, nuestros dolores serán de esperanza y nuestras alegrías
tendrán razón de ser en nuestra plenitud. Ese amor de Jesús se manifiesta en
las obras.
Amigos de los equipos, Jesús ha resucitado y está dentro de
cada uno de nosotros para darnos la capacidad de amar. Aprovechemos ese don que
nos hace felices y da razón a todo. En el siguiente video se nos invita a ello.
Feliz domingo.
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